"¿Cuál es la diferencia entre un español y un mongol?" tuiteó el consejero del Gobierno catalán Jordi Puigneró. Un Gobierno que está presidido por Quim Torra, un brillante intelectual que comparte afición con Donald Trump en su pasión por Twitter y que en esa red social escribió cosas como que "los españoles sólo saben expoliar", "corremos el riesgo de acabar tan locos como los mismos españoles" o "vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario".
El PNV y EH Bildu -sí, el partido hermano de una banda terrorista recientemente disuelta- acaban de pactar el preámbulo de un nuevo Estatuto del País Vasco. En este texto diferencian entre los ciudadanos y los nacionalizados. Parece ser que, al menos de momento, no aclaran muy bien qué quiere decir cada cosa, pero todo indica que si este Estatuto sale adelante en el País Vasco habrá dos tipos de vecinos, unos que serán ciudadanos y otros, los pata negra, que también serán nacionales, los vascos de verdad. No se sabe si los no nacionales acabarán teniendo que llevar un distintivo en su ropa para salir a la calle.
Ayer Pedro Sánchez solicitó el voto de los dos partidos que respaldan el Gobierno catalán que dice esos piropos de los españoles (y que el pasado otoño proclamaron la independencia de Cataluña rompiendo la Constitución y que luego corrieron al extranjero cuando la justicia les pidió cuentas por sus actos) y de los dos grupos vascos dispuestos a dividir la población de cada barrio entre vascos y no vascos.
Y lo reclamó para echar de la Moncloa a Mariano Rajoy, que lleva dos años gobernando con el apoyo del PNV a cambio de un "cuponazo" con el que financiar la división entre nacionales y vascos y dar mejores servicios que en el resto de regiones españolas.
¿Qué tiene que pasar para que unos y otros, populares y socialistas, socialistas y populares, se pongan mínimamente de acuerdo y dejen de rendir pleitesía a quienes nos malquieren?
