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El voto del "socio preferente"

El apoyo del nacionalismo vasco a Pedro Sánchez

El miércoles pasado la moción de censura contra Rajoy, salvo sorpresa, tenía pocas posibilidades de prosperar dada la dispersión del voto y los intereses irreconciliables entre las diversas facciones de la oposición. El pronóstico, que no solo era mío, estaba errado, la sorpresa se ha producido y el socialista señor Sánchez es el nuevo presidente del Gobierno. Para que tal cosa ocurriera, a los 84 escasos escaños del PSOE y a los 67 de Podemos han debido unirse los 9 de Esquerra Republicana, los 8 del PDeCAT, los 4 de Compromis, los 2 de EH Bildu, 1 de Nueva Canarias y los 5 del PNV, que se sumó a la conjura a última hora después de confirmar que era la imprescindible guinda del pastel. Un anuncio que se hizo esperar hasta el último momento para darle mayor dramatismo y que interpretó su portavoz en el Congreso, señor Esteban, en el mejor estilo jesuítico de la Universidad de Deusto.

Esteban comenzó su alocución diciendo sentirse abrumado por la responsabilidad que caía sobre sus espaldas, nada menos que forzar un cambio de gobierno, para luego explicar que su partido nunca tuvo la tentación de inmiscuirse en la política española porque su única dedicación son los intereses del pueblo vasco. Dio la impresión de ser un hombre obligado a escoger, muy a su pesar, entre el mal mayor y el mal menor.

El partido fundado por Sabino Arana vive un momento dulce, quizá el más dulce y almibarado de su historia. Hace unos días hizo valer sus 5 escaños para aprobar los Presupuestos del Estado a cambio de sustanciosas ventajas económicas. Y ahora cambia el Gobierno de Rajoy por el de Sánchez, que ya se apresuró a garantizarle un papel relevante en la nueva etapa como "socio preferente". La felicidad del PNV es compartida, lógicamente, por los partidos independentistas catalanes, que prefieren en la Moncloa a un presidente del Gobierno español con una situación parlamentaria todavía más débil. El PP, con 134 escaños, sacó adelante los Presupuestos del Estado allegando votos con cuentagotas, y el PSOE, con 84, tendrá que hacer más equilibrios que Pinito del Oro en el trapecio para sacar adelante cualquier pequeña reforma.

Por lo demás, el debate confirmó nuevamente que el señor Rajoy es mucho mejor parlamentario que el señor Sánchez aunque eso no le valga de nada a efectos de popularidad. De cara al futuro inmediato, lo previsible es que entremos en una etapa de creciente conflictividad política (renovación de liderazgos, nuevas sentencias sobre casos de corrupción, presiones soberanistas, reformas constitucionales, citas electorales etc.). Y si a todo ello le sumamos la dimisión por sorpresa de Zidane como entrenador del Real Madrid, ya ni te cuento.

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