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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Vidas perdidas y recuperadas

El coche oficial es un taxi del poder que para ante alguien y lo lleva a sedes oficiales. A diferencia de los taxis normales, aparece cuando llueve y cuando más casca el sol. Estos días, en los coches oficiales, se cierra la puerta que da a la calzada y se abre la del lado de la acera. Estos días, la piel del asa de la cartera que recibe el ministro entrante conserva el calor de la mano del saliente. Estos días, los asientos del banco azul...

Mariano Rajoy, que dejó la Moncloa por la ventana de emergencia, contó en el anuncio de su despedida en el comité ejecutivo del PP que nunca ha peleado por un cargo. Hace 40 años un coche lo llevó al partido y allí no pararon de pedirle cosas. Ahora ya no va a dar más, salvo la razón a sus enemigos y rivales, porque irse es lo mejor para él, para el partido y para España.

Los exministros susurran en privado que están encantados de recuperar su vida. ¿Por qué nadie le encontró antes a Fátima Báñez, la capataza, la vida que recupera después de 6 años desayunando sapos para ir a vomitar declaraciones a la radio o a dar conferencias al Ritz sobre la gran cantidad de empleo y de emprendimiento que creaba? ¿Por qué nadie libró a Rajoy de los planazos, de pie bajo el sol festivo de los desfiles? ¿Por qué no le evitaron las procesiones a Méndez de Vigo, el Ministro que cuando oía la palabra Educación se ponía a cantar "el novio de la muerte"?

Los ministros flamantes, recién subidos al coche oficial, tienen la misma ilusión por extraviar su vida que los exministros por recuperarla. Margarita Robles, Carmen Calvo y Josep Borrell saben lo que es extraviar la vida y lo que es perder un Ministerio y han querido volver, quizá por el placer de recuperar la vida cuando los descarguen, equivalente a quitar el tacón en la boda.

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