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Acotar el terreno

Mensajes de uno y otro lado para no echar a perder la cumbre Sánchez-Torra

La ministra de Administraciones Territoriales, Meritxell Batet, piensa que la reforma de la Constitución es "urgente, viable y deseable". Puede que sea lo primero y lo tercero, pero no lo segundo, pues un Gobierno que sólo cuenta con el sostén de 85 diputados no tiene la menor posibilidad de impulsar un proyecto de ese calado. Máxime cuando el partido con mayor número de escaños, el PP (137), cuya colaboración sería indispensable tanto por aritmética como por salud democrática, lo rechaza de plano. Y más ahora, que está enrabietado y tiene que ocuparse de la sucesión de Rajoy.

Pero puede que lo dicho ayer por Batet sea sólo un mensaje para acotar el terreno del encuentro que Pedro Sánchez y Joaquim Torra celebrarán "muy pronto". Tras levantar el control previo a las cuentas de la Generalitat (gesto de "normalidad política" que estaba cantado, porque el 155 ha decaído) y después de que tanto la titular de Política Territorial como la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, ciñeran al marco constitucional y estatutario todo diálogo entre Moncloa y Generalitat, sólo quedaba lanzar la idea sobre la que Sánchez querrá que pivote la cita. Y Torra no la recibió con denuestos, sino como una propuesta que, como todas, "es bienvenida", aunque él siga instalado en "los hechos de octubre" como punto de partida.

La reforma de la Carta Magna en clave federalista es el gran proyecto de Sánchez para arreglar la crisis territorial en la que España lleva sumida (al menos) seis años; porque el pacto de 1978, dice Batet, "está en crisis". No hay duda de ello. Como tampoco la hay de que Torra no quiere echar a perder la cumbre poniendo a Sánchez en la tesitura de hacer aún más sonoro el "no" al derecho a decidir que el viernes emitió Celaá.

La salida de Rajoy ha traído consigo un nuevo escenario que tiene al menos una virtud: convertir el fracaso en una posibilidad (muy probable, sí, pero posibilidad). Con Rajoy el fracaso era una sólida certeza que tenía paralizada incluso la posibilidad de volver a fracasar. Sánchez se anima ahora a hacerlo, Torra parece que también. Pero si llegan a entenderse, aunque no estén de acuerdo en la fórmula para desatascar el colector, los dos se enfrentarán al mismo problema en casa: a ambos se les acusará de ceder. Eso sí, con una diferencia: a Sánchez, de ceder ante el independentismo (PP y Cs); a Torra, de seguir plegado al autonomismo (la CUP, ¿quizá Puigdemont?). Menos mal que ERC ha entrado en fase moderada.

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