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Tarjeta azul

Un Gobierno europeísta para España

Finalmente la moción de censura, de la que escribía en estas páginas hace dos semanas, ha cerrado una etapa marcada por la ausencia de cualquier pulsión reformista, anclada en la máxima conservadora de evitar la toma de decisiones y, finalmente, manchada por más que sombras de una corrupción institucionalizada en el mismo corazón del Partido Popular. Si al inicio de la legislatura fue imposible armar una mayoría parlamentaria para configurar un Gobierno alternativo a Mariano Rajoy, ahora, al menos, se pudo hacer para evacuarlo de La Moncloa ante su incapacidad para asumir su propia responsabilidad ante unos hechos luctuosos. Sin duda, el nuevo Gobierno socialista se enfrenta en estos momentos a una situación compleja, ante la notable fragmentación del Congreso, pero Pedro Sánchez ha iniciado su andadura con un gabinete de altura que promete un nuevo tiempo.

En primer lugar, destaca la profesionalidad de los miembros del Ejecutivo, con una combinación razonable entre personas con experiencia política e institucional y perfiles con contrastadas carreras laborales, que han decidido arrinconar por un tiempo sus propias por servir al conjunto del país. En segundo lugar, Pedro Sánchez ha configurado un gabinete con una presencia femenina muy destacada, no sólo reflejando la pulsión de la sociedad española demostrada el pasado 8 de marzo en todas las calles de España, sino esencialmente reconociendo la valía de todas y cada de las ministra en sus ámbitos de trabajo. No estamos, pues, ante un Gobierno de cuotas, aun cuando siempre me han parecido necesarias y útiles, sino ante un ejecutivo competente en el que, como en la vida civil, destacan las mujeres en todos los ámbitos profesionales. Estamos, pues, ante un Consejo de Ministras y Ministros.

En todo caso, más allá de las valoraciones sobre cada una de las personas del gabinete, Pedro Sánchez ha querido lanzar, al menos, tres mensajes a la sociedad española. Primero, aun cuando el Gobierno no dispone de una mayoría parlamentaria sólida, se percibe una ambición reformista y progresista central. Segundo, el ejecutivo refleja la pluralidad y riqueza de la sociedad española, y es plenamente contemporáneo con la sociedad a la que aspira a conducir que ambiciona un futuro mejor. Y tercero, Europa pasa a estar en el centro de la actividad del propio Gobierno en un momento clave para el futuro de nuestro continente.

Desde Bruselas y Estrasburgo, ese compromiso europeísta en realmente muy apreciado. La Unión atraviesa momentos difíciles, fundamentalmente ante el egoísmo de muchos Estados miembros que prefieren retener unas competencias que no pueden hacer efectivas aún a costa de empeorar los problemas (crisis euro, refugiados, terrorismo, etc.) confundiendo a una ciudadanía que culpa a "Europa" y no a sus capitales de esa incapacidad manifiesta. Pero también abordamos auténticos desafíos de populistas y nacionalistas que han alcanzado el poder en Polonia, Hungría o Italia con efectos desastrosos para quienes deseamos avanzar en este proyecto común. Y en este terreno, en el debate europeo, el Gobierno puede y debe actuar con mayor margen de maniobra para liderar la reforma de la Unión.

Europa necesita a corto plazo revisar el diseño de la unión monetaria y a finales de este mes se celebra una cumbre que se plantea clave para diseñar una hoja de ruta nítida. El Gobierno de Mariano Rajoy había filtrado un documento carente de toda ambición y alineado con intereses que no son los nuestros. Sánchez y su equipo revisarán esa posición. A su vez, Europa debe dotarse de un sistema común de fronteras que viabilice la zona Schengen, amenazada por los problemas de seguridad, pero también que estructure un régimen común de acogida a refugiados. La decisión de acoger el "Aquarius" es ejemplar y debe avergonzar a los Estados que no asumen su responsabilidad, pero sobre todo debe catalizar una respuesta europea por la que la Comisión y el Parlamento llevan peleando largo tiempo. A su vez, España debe liderar la campaña europea contra aquellos gobiernos que en el seno de la Unión no respetan el Estado de derecho y la independencia de los poderes del Estado, respaldando medidas ejemplarizantes contra Polonia y Hungría. Y, por último, en este breve artículo, nuestro país debe cooperar en la construcción de una política exterior común, en un momento en el que Europa se encuentra atenazada ante la Administración Trump y los desafíos de nuestro vecino oriental, Rusia.

Por otra parte, en nuestra patria querida, Asturias, nos enfrentamos al notable desafío de adaptar nuestro sector industrial a los requerimientos de la lucha contra el cambio climático, en el que este Gobierno se va a volcar. Los socialistas asturianos continuaremos defendiendo una transición justa y no traumática que a su vez ayude a modernizar nuestro sector industrial. El trabajo no será fácil, pero tanto el Gobierno actual de Javier Fernández, como el que espero para el próximo año liderado por Adrián Barbón, en colaboración con todos los socialistas, especialmente los que ostentamos alguna responsabilidad, apostará por esa modernización de nuestro fundamental sector industrial. Adelante.

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