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Sol y sombra

Un país de orates

Vértigo en el fútbol y en la política, no se sale de una y se entra en otra

Este es un país de orates caricaturizado por los memes y propulsado al espacio por sus proverbiales memos. No cabe uno más como se viene comprobando y se confirmó ayer por la mañana con la bomba lanzada por Rubiales, el presidente de la Federación Española de Fútbol que, herido en su orgullo, puso por delante el despecho que el interés de la selección nacional, a un par de días de su debut en Rusia. Qué calamidad.

Por la tarde, actuaba otro personaje del cuore, Màxim Huerta, pillado con el carrito del helado tras haber omitido información sensible de sus tejemanejes con Hacienda al presidente del Gobierno que depositó en él su confianza nombrándolo ministro. Huerta, que recibirá algo más de mil euros de indemnización y la cartera ministerial de recuerdo, firmada por sus compañeros de gabinete, dijo sentirse perseguido por una jauría. La cultura y la transparencia, según él, no valen nada si lo que hay detrás son los perros sueltos ladrando y propinándote mordiscos en los tobillos.

El problema es que sus explicaciones se pierden en el vacío de la propia existencia. ¿Qué tiene que ver la cultura con lo que le ha sucedido a Màxim? Nada. Lo suyo es un problema, primero, de contabilidad fraudulenta, de dinero defraudado, y segundo, de desacierto en la elección. Decían que este era un gobierno refulgente nombrado para suplir con guiños la falta de aritmética con que poder gobernar. Pero en Màxim Huerta, celebridad televisiva de medio pelo, se detecto desde el inicio la primera mancha. Míster Proper Sánchez no estuvo lo suficientemente atento y ha tenido que tragarse el primer sapo. No se preocupen, habrá algún que otro bluf más. Mientras tanto, la nave de los locos prosigue su demencial singladura.

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