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Adiós, Bron

-Te veo con buen ánimo, Bron, y eso es bueno.

-No queda otra. Hay que pelear. Si al final consigues mejorar, estupendo, y si la palmas, pues qué vas a hacer.

Alberto Menéndez y yo, compañeros en LA NUEVA ESPAÑA e integrantes de la directiva de la Asociación de la Prensa de Oviedo durante la presidencia de José Antonio Bron, hablamos el pasado jueves largo y tendido con Bron. Ocupaba una espaciosa habitación en el nuevo hospital, con hermosas vistas. "Quien habla mal del HUCA es que nunca ha estado hospitalizado. Buenos médicos, buenas enfermeras, es un lujo", nos dijo.

Esa mañana, Bron se encontraba mejor. Tenía dificultades para respirar y su voz era débil, pero como buen periodista preguntaba y opinaba. Comentamos el vértigo de los acontecimientos políticos y deportivos de los últimos días. "Son unos días apasionantes para nosotros", dijo. Pese a su agotamiento, leía todos los días LA NUEVA ESPAÑA y escuchaba la radio.

Hablamos también de la familia. De su hijo David, médico, del que se sentía orgulloso y que reside en Palma de Mallorca: "Llega mañana"; de su madre, Esther, estupenda a sus 90 años... Se rió con ganas de un reciente encuentro en una consulta del HUCA con Luis José de Ávila. Este no se percató en un primer momento de la presencia de Bron y, conversando con otro colega que acompañaba al primero, le dijo: "El que creo que está muy mal ye Bron".

"Tan mal, tan mal, no estoy", respondió Bron.

Lo cierto es que hablamos bastante y de muchas cosas. Conocíamos la gravedad del pronóstico, pero nos animó verle con tantas ganas de vivir. "He decidido que en cuanto cumpla los 63 años me jubilo". Quedamos emplazados para una nueva visita, la próxima semana.

La noticia de su muerte nos golpeó en la mañana de ayer. En esta larga lista de despedidas de los últimos meses, hemos de decir adiós al "gordo". A un buen compañero, a un periodista. Nada más y nada menos.

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