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Cítricos

La dimisión de un ministro por sus cuitas con Hacienda y el Mundial de fútbol, premios limón y naranja de la actualidad

Dimitió un ministro en tiempo de plusmarca y nos dejó a solas con la perplejidad. No solo porque se hubiera despistado el hombre con obligaciones fiscales, como tantos creadores, explicó Huerta: quién fuera creador. Los no creadores no saben ni de lejos lo que es manejarse anualmente con cientos de miles de euros; los no creadores están alejados de la realidad, los muy pringaos. Bueno, de una parte de la realidad, de la que más mola. Ganas cientos de miles de euros como creador y el presidente de Somos la Izquierda te nombra ministro para que dirijas nuestro progreso cultural. Ahora ya sabemos que los creadores crean, en su poderosa pulsión creadora, sociedades expertas en regatearle a Hacienda un cuarto de millón de euros. ¿No será una imprudencia apartar de un ministerio a gente tan espabilada? Hay algo de darwiniano en la política; Huerta ya había demostrado ser más avispado que la mayoría de los españoles. ¿Por qué no más culto también? El exministro conoce a gente así, gente creadora y ganadora de cientos de miles; se mueve en esos mundos. Pero la mayoría de los votantes no. Tampoco de los votantes del partido que ahora dirige nuestros asuntos. Qué cosas tiene el chute del poder; una parte sustancial del PSOE que tenía a Sánchez por insolvente le arropará ahora en aras del interés (¿cómo de ¿) general. Esa sobrada del exministro de estar tan por encima de la gente en lo que a ingresos se refiere deja un poco tocado el impulso igualitario de nuestro actual presidente, que tras cumplir una larga ambición de instalarse en Moncloa ya ve la vida de otro color. Pero a los malpensados que no viven entre creadores igual les quedó el mosqueo de que una cosa es la voluntad de servir y otra la ambición de poder. Entre una y otra está la inteligencia política; Sánchez no tiene mucha.

Déjenme hablar del premio naranja de la actualidad, que el limón va para largo. Diego Costa celebró sus goles contra Portugal como un paisano, sin aspavientos mercados por el narcisismo o la mercadotecnia. En la elaborada mentira del fútbol que hace posible que Neymar y sus endiosados compatriotas se muestren incapaces de ganar a Suiza, llama la atención que un delantero celebre los goles como los jugadores de antes. Esa sobriedad de Costa se hace simpática. Esperaba uno que los neymaristas aplastaran a los helvéticos sin misericordia; en un mundo más justo, la diferencia salarial debería acarrerar diferencias de rendimiento. Pero no. Tenemos mucho que aprender, y eso nos obliga a la humildad. Seamos humildes y dejemos que el presidente del Madrid comunique a las puertas de un campeonato que el seleccionador de todos es suyo en exclusiva. Eso es como los dineros de los creadores, son cosas que nos desbordan y nos hacen indignos de entenderlas. Ay. Sánchez hará a De Gea ministro de Defensa. Al tiempo.

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