La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

Un Fraga que se bañe en San Lorenzo

El daño causado por la imagen de la playa teñida de marrón tardará años en superarse

Las aguas teñidas de marrón en la playa de San Lorenzo es una de las imágenes más terribles que jamás se han ofrecido de Asturias. Un corte de apenas 30 segundos en todos los telediarios nacionales ha desbaratado el trabajo de décadas de promoción del paraíso natural.

Tanto luchar contra los meteorólogos empeñados en anunciar siempre mal tiempo, tanto insistir en que aquí en verano dormimos con manta, en que tenemos la temperatura ideal para comer fabada en agosto, en que nuestras aguas están frescas y no caldosas como las mediterráneas para nada. Todos aquellos a los que hemos vendido durante años las bondades de Asturias nos han pasado estos días por los hocicos las malolientes y pútridas aguas de San Lorenzo.

No soy en experto en vertidos, ni desagües ni fosas sépticas, pero la explicación de que la lluvia caída durante las últimas semanas ha sido la culpable de que nuestro horizonte se tiñera de marrón resulta pueril. No me puedo creer que una ciudad acostumbrada a vivir con el paraguas abierto se vea desbordada por unas lluvias que tampoco han sido el diluvio universal.

La alcaldesa asegura que se ha tratado de un fenómeno pasajero y que ya no hay ningún riesgo de contaminación, pese a que las imágenes la desmientan y las ratas sigan correteando alegremente por la arena. Pero tampoco nos ensañemos, porque no es solo ella la culpable. Da la sensación de que en Oviedo y en Madrid se han lavado las manos al grito de que limpien ellos su propia mierda. Una vez más, Asturias es víctima de las disputas tribales de los políticos paletos de aquí y de allá.

Nos negamos a reconocer que la "chocolatada" de la playa de San Lorenzo es nuestro "Prestige". Esa imagen marrón se queda grabada en la retina y no hay quien la borre. Sobre todo si no se hace nada para borrarla. Me temo que a nadie se le ha ocurrido emular al Fraga que se bañó en Palomares tras el accidente nuclear. Pero igual no hubiera sido tan mala idea provocar una foto de nuestro deportista más emblemático -Fernando Alonso-, o de nuestra política más influyente -Adriana Lastra- o incluso de la propia alcaldesa Carmen Moriyón bañándose en la playa.

Hemos pasado de ser la costa verde a ser la costa marrón. ¿Dónde están nuestros ecologistas participando en las labores de limpieza de la playa? Ay, qué bien nos vendrían ahora imágenes como aquellas de los ángeles blancos que desinteresadamente aseaban a costa da morte.

Resulta inimaginable que pueda suceder algo parecido a lo de Gijón en Riazor, el Sardinero, La Concha o La Malagueta. ¿Por qué ha tenido que pasarnos a nosotros? Ya va siendo hora de que los asturianos dejemos de escudarnos en nuestra mala suerte endémica, de que nos olvidemos de ese tuerto que creemos que no deja de mirarnos. Si estamos en Segunda División, si el AVE no nos acaba de llegar, si nuestra principal playa se llena de heces no es por mala suerte, es porque algo habremos hecho mal.

Y lo peor de todo es que, a estas alturas, no se ha visto la menor reacción para intentar que la desgracia no se vuelva a cebar con Asturias. ¿Usted se llevaría a sus niños de vacaciones a una playa que ha visto enfangada en detritus? Me temo que no. El único consuelo que nos queda es que este verano, al menos, tendremos algo de qué hablar que no sea lo ajustado que llevan el bañador las socorristas.

Compartir el artículo

stats