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Joaquín Rábago

Liberados de un bochorno

La representación de España en las cumbres europeas

Por fin tenemos a Mariano Rajoy en Santa Pola (Alicante), dispuesto a ejercer de registrador de la propiedad, donde con seguridad ganará bastante más dinero que en La Moncloa. Por fin se ha liberado de las responsabilidades de gobierno y nos ha liberado a su vez del bochorno de ver representarnos en la cumbres europeas al dirigente del partido que más casos de corrupción acumula en toda la UE.

Y no es que el consejo europeo sea un dechado de virtudes: basta con fijarnos en algunos de sus miembros, como los primeros ministros de Hungría o Polonia, por no hablar de otros dirigentes como los de Austria o Italia. Líderes de partidos elegidos democráticamente, como ocurrió en su momento con el de Rajoy, por unos ciudadanos que deberían reconocer también su parte de responsabilidad en lo que ocurre.

Por fin tenemos, pues, a Rajoy fuera del Gobierno sin que hayamos escuchado de sus labios admisión alguna del daño que toda la corrupción ha hecho a la democracia.

Ni a él ni a ninguno de los que le vitoreaban entusiasmados como forofos en los congresos nacionales del PP y de los que unos pocos luchan ahora por sucederle al frente de esa formación. ¿No tiene ninguno de esos políticos nada que criticar, nada de qué arrepentirse? ¿Esos casos de corrupción de corrupción demostrados por Justicia sucedieron espontáneamente, sin complicidades ni encubrimientos?

¿Cómo va a regenerarse, aunque sea en la oposición, un partido que se niega obstinadamente a admitir que se hiciera algo mal y acusa a la antes oposición y ahora Gobierno de haber organizado casi un golpe de Estado?

No vale ya seguir envolviéndose en la bandera de España como hace, por cierto, también su nuevo rival por la derecha, el Ciudadanos del tornadizo Rivera.

Hay muchas y mejores maneras de demostrar patriotismo. Un patriotismo que no sea, para citar una vez más a Samuel Johnson, "el último refugio de un canalla".

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