Aunque el Partido Popular en Asturias ha preferido no dar excesiva publicidad al asunto, por aquello de la neutralidad consabida y el qué dirán Soraya y Maíllo, Dolores de Cospedal visitará hoy Gijón, donde participará en una espicha con altos cargos y militantes del partido en Asturias. Muy pocos dudan que el PP oficial asturiano es nítidamente "cospedalista" de puertas adentro: la presencia de una de las candidatas con mayor predicamento para suceder a Rajoy hoy en el tendayu del Museo del Pueblo de Asturias así lo confirma: a mesa y mantel y échame un culín, Marín. Cospedal está en todas las sopas populares gijonesas y en alguna orla universitaria, por cercanía de apellido. Y hasta ahí puedo leer...
Las primarias han puesto de manifiesto que el PP tiene un problema con los censos. Ya le ocurrió en Gijón: en uno de los últimos congresos votaron hasta los muertos, tal que parecía un partido de zombies que abandonaban la tumba a toque de retreta para votar al dictado del aparato. Eso le pasa a un partido de orden por meterse en primarias, como si fuera de izquierdas. ¿Tan mal le fue al PP con la imposición de manos, que ahora se embarca en navajeos? ¿Quién le manda meterse en berenjenales al partido que ha hecho bandera del yo, me, mi, conmigo?
Cospedal es Cospedal y lo demás es tierra conquistada. Y la que llega primero llega más lejos, igual que quien golpea en primer lugar acaba propinando el golpe más fiero. Otra cosa es que la exministra de Defensa no gane las primarias y a alguien de Génova le dé por desenfundar puñales dorados o cuchillos cachicuernos. Pero eso es política ficción, como las colonias caras del minero Villa para perfumar encierros.
