Asturias quiere convertirse en el primer destino turístico inteligente de España, según puso de manifiesto esta semana el consejero de Industria en un congreso sobre esta especialidad que reunió en Oviedo a 700 expertos mundiales. El concepto "turismo inteligente" remite, entre otros aspectos, al uso de las nuevas tecnologías para conocer mejor a los viajeros y poder ofrecerles lo que desean, aumentando su satisfacción y garantizando un crecimiento económico sostenible y respetuoso con el medio ambiente. El turismo asturiano necesita una actualización. La digitalización que afecta a toda la sociedad es un camino inevitable, aunque no mágico, ni único. Para ganar la carrera de la calidad hay que tener, en paralelo, playas excelentes, aguas limpias, parques naturales cuidados y accesibles, actuaciones culturales interesantes y vuelos internacionales.

Asturias descubrió un mundo con el turismo. El sector ha adquirido un tamaño respetable, convertido ya en un pilar fundamental. Da sustento a 40.000 familias, que aportan al PIB lo mismo que el metal y la mitad que toda la industria. Y el turismo vive un idilio con Asturias. Los viajeros puntúan a esta tierra con nota alta, como dejan patente cada año en un clásico del verano: la encuesta de "El Paraíso", el suplemento estival de LA NUEVA ESPAÑA. "El Paraíso" arranca en las páginas del ejemplar de hoy para acompañar a los lectores durante julio y agosto y guiar su ocio. Acero, osos y viajeros, tres señas distintivas del Principado del siglo XXI.

Las previsiones para la temporada son optimistas. Los empresarios perciben numerosas peticiones de información, más que nunca en algunos casos. Piensan que, si la pasada campaña ya resultó buena después de la sequía de la crisis, ésta tiene trazas de pintar aún mejor. Su único temor, el factor meteorológico. Aunque el tiempo nunca puede resultar determinante para elegir Asturias como destino, las persistentes lluvias acaban por desanimar hasta al entusiasta. Una evidencia visual para disipar esos miedos: Oviedo estuvo el recién terminado junio lleno principalmente de extranjeros a pesar de que cayeron chuzos de punta.

En el Oriente, el turismo constituye una actividad plenamente consolidada. Gracias a ella, Llanes y Cangas de Onís exhiben estadísticas de empleo sin parangón, con Covadonga y los Picos como emblemas. En el Occidente, la franja costera despega como espacio alternativo, singular. Y en el interior, los parques de Somiedo y Fuentes del Narcea atraviesan un periodo dorado, parejo a la eclosión por observar en directo la fauna, particularmente osos cantábricos, especie felizmente recuperada. Con Oviedo y Gijón como indiscutibles locomotoras, aunque los empresarios ovetenses temen un estancamiento por la falta de colaboración público-privada, en el área central empiezan a contar con tirón apreciable pequeños concejos como los del Valle del Trubia o los del Camino de Santiago, una mina a poco que se sepa cuidar. Hasta las Cuencas, otrora teñidas del negro del carbón, fían su revulsivo al verde de bellezas como Redes y Las Ubiñas, a mostrar su pasado minero y a utilizar también fuera del invierno las estaciones de esquí.

El turismo rural lo inventó Taramundi hace tres décadas y se expandió a la velocidad de la luz. En esto, como en todo, importa no quedarse parado, pero también evolucionar con talento. La innovación cuenta. Las pruebas deportivas, por ejemplo, representan el último hito. La Travesera de Cabrales, la multitudinaria ruta cicloturista a los Lagos, la increíble carrera de Moal alrededor de Muniellos o la Batallona de Somiedo, precisamente celebrada esta mañana, suponen tal impulso que algunos establecimientos triplican caja con cenas, alojamientos y ventas al ejército de deportistas y acompañantes.

Avilés planea por primera vez rutas para discapacitados. Cangas del Narcea, menús para celiacos. Se necesitan multiplicar los públicos y los hallazgos para reforzar la competitividad. No existe, sin embargo, con lo fácil que parece conseguirlo a poco que haya interés, una oferta de actuaciones veraniegas atractiva y coordinada, un plan de gestión conjunta de playas o una promoción global de las romerías, auténticos tesoros etnográficos, como espectaculares reclamos participativos fácilmente comercializables allende Pajares. Los hosteleros asturianos acaban de celebrar su asamblea anual mostrándose unidos y fuertes para reivindicar su importante papel en la economía. Hay que aprovechar la disposición y el momento para emprender un giro constructivo, un relanzamiento del atractivo vacacional.

El intercambio de ideas y la búsqueda de sensaciones está transformando el turismo, como señalaron esta semana en Oviedo numerosos especialistas. A la gente le gusta someterse a la inmersión de otras culturas, disfrutar activamente. Las herramientas digitales permiten diseccionar a la perfección al visitante, buscarlo en cualquier rincón y perfeccionar los elementos que situar a su alcance para colmarle. Llámese "turismo inteligente" o llámese como se quiera, por ahí avanza la modernización: por acumular conocimiento para ofrecer al cliente una calidad y una atención de excelencia como en ninguna otra parte. Entonces pagará con gusto incluso las tarifas más caras, será un asiduo y nunca podrá sentirse defraudado.