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Clave de sol

Antes de que Sánchez desarme la bolera

Urge que la derecha entre en funcionamiento

Es posible que el Partido Popular quede seriamente tocado tras las últimas experiencias del alterado cotarro político nacional al que tanto ha contribuido con sus cautelosos miramientos de los últimos tiempos hacia el rampante separatismo catalán. Y el vasco al rebufo, no lo olvidemos. La blanda aplicación del artículo 155 de la Constitución sólo ha servido para encrespar aún más el activismo sin una respuesta adecuada de la autoridad. La guinda del pastel ha sido la brusca retirada del presidente Rajoy, una auténtica huída ante los acontecimientos que, a mi juicio, su mismo Gobierno había propiciado. Porque el Partido Popular es el causante de su propia crisis con sus políticas de apaciguamiento. Sin contar sus escandalosas corrupciones anteriores, además de la falta de consecuencia con el núcleo duro de sus votantes y el mantenimiento de las normas zapateristas del aborto, la memoria histórica, las concesiones a los insaciables separatismos y la práctica entrega de las televisiones a la izquierda radical. No tiene perdón.

En el casi empate de Soraya y Casado para la recta final en la cumbre del partido, quien representa más auténticamente esa política pastelera de una derecha timorata es la anterior vicepresidenta del Gobierno. El joven y audaz aspirante Casado es aún una prometedora incógnita que propone un programa más acorde con lo que ha de ser hoy un partido de la derecha auténtica, sin matices vergonzantes de un centro sin dimensión. Seguro que esta pugna interna es un factor más que ralentiza y divide al propio partido. Con la consecuencia práctica de dejar las manos libres a una izquierda muy hipotecada pero sin una eficaz oposición ralentizada ahora con sus disputas internas.

Uno de los males que entorpecen el equilibrio de fuerzas en la política nacional es el del acabamiento del práctico bipartidismo que venía rigiendo en España como en la mayoría de los países occidentales. Hoy hay varias derechas -incluido un Vox a la espera- con sólo algunos matices programáticos. Rivera no ha perdido la ocasión para querer llevarse la representación de la derecha como puso de manifiesto en su conferencia del lunes en el Casino de Madrid.

Urge, pues, no sólo a la facción conservadora sino a todo el ámbito de la representación política, que el PP resuelva bien y cuanto antes el momento delicado que ahora vive superando sus domésticas rencillas. Lo sensato sería no desperdigar esfuerzos para el intento de recuperar la formación hegemónica de una derecha emblemática y, con ello, el saludable juego del bipartidismo, el respeto a la vida y el españolismo.

Todo, antes de que Sánchez termine de desarmarnos la bolera.

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