Resulta paradójico que ondee desde ayer en el Puerto Deportivo de Gijón la bandera azul que califica y premia la calidad de las aguas en la misma semana en que se ha desatado en la ciudad una agria polémica por la abundante presencia de basuras y desperdicios en determinados lugares de esta instalación portuaria, justamente los más próximos a la zona de ocio nocturno.

Miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil extrajeron hace un mes más de trescientos kilos de basura de los fondos del Puerto Deportivo, que se ha convertido en una cloaca. En esta última campaña de concienciación, que se repite cada año en las vísperas del verano, los buzos hallaron en el fondo marino portuario objetos tan sorprendentes como una bicicleta, una papelera municipal, una valla o un inodoro. Pero además de todo eso, kilos y kilos de vidrio y plástico que se lanzan al mar con total impunidad en una noche de copas o al finalizar un "botellón" como los que se suceden cada fin de semana del verano en las proximidades de la Cuesta del Cholo.

Tras esa recogida testimonial pero efectiva de basuras y desperdicios a principios de junio, la dirección del Puerto Deportivo reclamó la ayuda de la Autoridad Portuaria y del Ayuntamiento de Gijón para participar en las labores de limpieza. Han pasado más de treinta días y no sólo no se ha hecho nada, sino que el problema ha ido a más en las últimas semanas, coincidiendo con la proliferación este mes de despedidas de solteros y solteras en Gijón.

La pelota va del tejado al tejado de cada una de las instituciones implicadas sin que se pose en ninguna de ellas. El Puerto Deportivo dice que su responsabilidad es la limpieza de los restos que dejan los barcos que utilizan sus pantalanes, pero no ocuparse de los desperdicios del "botellón"; la Autoridad Portuaria asegura que ese cometido corresponde a la concesionaria de la instalación y rehúye acometer esos trabajos por sus propios medios, y el Ayuntamiento se lava las manos alegando que lo que pase en la zona del puerto no es de su competencia. Mientras, se ponen parches, como el anunciado vallado de rampas.

En plena temporada veraniega, con enorme afluencia de visitantes y turistas a la llamada de la impresionante oferta de ocio y divertimento de la ciudad, Gijón no se puede permitir ofrecer una estampa tan lamentable en una de sus zonas más transitadas. La imagen turística de la villa quedaría seriamente dañada de persistir una situación que exige en primer lugar labores urgentes de limpieza, y en segundo lugar, mayor vigilancia y medidas sancionadoras contundentes contra aquellos desaprensivos que consideran el mar, uno de los principales recursos turísticos locales, un vertedero en el que todo cabe. Cuidar que se respeten las mínimas normas de urbanidad y educación ambiental sí es cometido del Ayuntamiento gijonés, que no puede seguir mirando hacia otro lado.