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Fernando Granda

Pleonasmos y redes sociales

De la información elaborada por profesionales a los contenidos de unas redes sociales ideadas para comunicarse con las amistades

Un prestigioso catedrático de universidad valenciano calificaba hace unos días de pleonasmos muchas de las noticias de las que informaban los medios de comunicación en gran parte de la temporada estival. La disminución de hechos noticiables al llegar la época vacacional, con la actividad política nacional y mundial casi paralizada, la mengua del movimiento comercial, el cierre temporal de buen número de grandes industrias, el parón -salvo una pequeña parte del verano- de los campeonatos deportivos, especialmente el fútbol, rebaja el contenido de prensa, radio y televisión. Hasta el punto de que los informativos de radio, los telediarios y las páginas de los periódicos reducen drástica y considerablemente su duración y contenido. Quizá parezca malo a primera vista pero solamente es añadir algún detalle superfluo.

Estas razones explican la utilización del pleonasmo ("Empleo de vocablos innecesarios para ampliar el sentido y con los cuales se añade expresividad a lo dicho", en una primera definición de la Real Academia Española; también "Demasía o redundancia viciosa de palabras", en una segunda acepción académica), calificación académica para definir la carga que complementa la información que viene a suplir habitualmente las carencias noticiables. En el argot interno de las redacciones, añadir morcillas para agrandar la escasez de noticias. Esta figura literaria de "engordar" las informaciones no es mala y se remata con la inclusión de noticias secundarias que en épocas de plena actividad se publicarían en columnas breves o posiblemente no se publicarían por ser consideradas de menor importancia.

También días pasados fueron invitados una veintena de muchachas y muchachos a un programa de radio con el fin de debatir con una veterana periodista, recientemente nombrada directora de un diario con ediciones en papel y en internet. Durante la hora en que se desarrolló el programa la/os jóvenes, de entre 16 y 18 años, manifestaron, todos salvo una, que no leían los diarios ni impresos ni en la red y mayoritariamente señalaron que se informaban por Twitter. Alguna chica dijo que también se enteraba de las noticias por Facebook y sólo una joven indicó que de vez en cuando "veía" algún periódico. Los responsables del programa y la mencionada directora indagaron si se creían bien informados y lo/as muchachos respondieron que, al cruzar diferentes tuits, veían colmada su curiosidad.

El deterioro de ciertas redes sociales, quizá las más populares, no ya en el periodo vacacional sino en tiempo de actividad general, la proliferación de noticias falsas y la cada vez mayor influencia de la información patrocinada parece que están llevando a la gente a la desinformación, como lo demuestran las respuestas de los jóvenes estudiantes, que, según manifestaron en el programa radiofónico, estudiarán carreras técnicas o del sector sanitario mayoritariamente.

Con ocasión de la elección de consejeros y presidente para el ente Radiotelevisión Española, prevista en el decreto ley del Gobierno de Pedro Sánchez, informaron los distintos medios de la rapidez con que algunos profesionales señalados como presuntos candidatos al consejo se dedicaron a borrar miles de sus tuits y parte de sus ventanas de Facebook. No se dijo en esas informaciones el contenido de los mensajes borrados ni los presuntos candidatos contaron los temas de lo borrados; tampoco negaron su existencia.

Si tenemos en cuenta estos hechos, si además observamos que el sistema de repentinos y polémicos tuits es el favorito del abrupto presidente estadounidense, nos daremos cuenta de que las redes sociales son para intercomunicación de amistades y la elaboración de la información debe ser hecha por profesionales.

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