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¿Qué hemos pretendido en La Granda?

Rigor científico, impacto intelectual y proyección universal de los seminarios

En estos momentos, en reuniones en Madrid, en Luanco, en Oviedo y en Salas, se dan los últimos toques a la cuadragésima reunión de los Cursos de La Granda, que se van a celebrar a partir del 31 de julio. Por eso considero oportuno plantear una cuestión: ¿qué se pretende con ellos y qué se ha conseguido?

En primer lugar no abandonar, en ningún momento, un rigor científico extraordinario en esos Cursos. Para eso, siguiendo una innovación académica, que me sugirió, cuando yo era el Rector de la Universidad Hispanoamericana de Santa María de La Rábida, ese gijonés intelectualmente extraordinario, que fue Rodrigo Fernández Carvajal, quien me insistió que era muy importante que una otra vez, en un ámbito universitario de verano se reuniesen especialistas, conocedores extraordinarios de una materia concreta. Cada uno debería aportar sus últimos puntos de vista sobre ella y a continuación debatirlos con sus colegas, que también deberían señalar, todos y cada uno, sus especiales posiciones en ponencias que también serían debatidas. Con ello se pasaría a integrar en el ámbito veraniego un impacto intelectual de primerísima importancia. Pero además todo esto se debería hacer con un intento abierto, para que al público le pudiera interesar la cuestión allí planteada, el cual no participaría nunca en el debate, pero que, una vez concluido el mismo y levantada la reunión, podría tener acceso a los participantes en paseos, en lugares de descanso, esos que existen en La Granda.

Esto debería tener otro enlace, el universitario y en este caso concreto con la Universidad de Oviedo, respecto al programa, a la asistencia a los cursos, a la presencia en ellos de miembros relacionados directamente con esa Universidad, tanto en la confección como en la celebración de las reuniones, y con un diálogo permanente con las autoridades académicas de la ovetense calle de San Francisco, así como de las instituciones existentes en sus diversos campus. Se buscaría así enlazar los Cursos de La Granda con el espíritu denominado de la Expansión Universitaria, que enlaza con lo que sucedió con aquel momento extraordinariamente prestigioso de la Universidad de Oviedo, que pasó a tener un impacto cultural impresionante en el conjunto de la vida intelectual y política de España en el borde temporal del siglo XIX al XX. Basta aludir, sencillamente, a una polémica, la vinculada con la proyección sociopolítica del krausismo. Por eso los Cursos de La Granda buscan relacionarse íntimamente con la Universidad de Oviedo, porque así es seguro que se relacionan, incluso con una sociedad original, que es la de Asturias. Por eso se busca con todos los medios, de modo incesante, facilitar el acceso a los cursos a quien quiera estar al día en lo que sucede en ellos. Se procura hacerlo a través de la prensa, de la radio, de la televisión y facilitar la presencia por todos los medios posibles para impedir la ignorancia de lo que en los Cursos de La Granda se debate.

Debo añadir que los cursos presentes, siguiendo ese modelo, no se convocan con espíritu localista. La ciencia es universal, la investigación no tienen fronteras. Por La Granda han desfilado desde norteamericanos a iberoamericanos, desde franceses a británicos, desde rusos a investigadores de la Unión India y desde luego continuamente portugueses, y en el caso de los españoles sólo buscando el respaldo de que su valía sea extraordinaria. Pero no por ello se deja de resaltar, una y otra vez, lo mucho que el pensamiento debe a Asturias, y para hablar sólo de fallecidos es continuo el recuerdo que va de Jovellanos a Severo Ochoa.

La base física de toda esta realidad se encuentra en La Granda, concejo de Gozón, en un edificio que Arcelor Mittal pone a disposición de estos Cursos. Quizá por eso, al encontrarse desde finales desde los años 40 estos cursos vinculados a una empresa siderúrgica, primero estatal, después privada española y ahora multinacional ligada al grupo Mittal, uno de los fundamentales mundiales del sector, considera que debe tenerse muy en cuenta eso. Concretamente, que sin planteamientos minúsculos no tiene sentido desarrollar actividades intelectuales. La actual empresa siderúrgica que nos alberga, nos da ejemplos de qué talante debe ser el nuestro en este momento histórico. Y también que gracias al respaldo del muy generoso y eficaz mundo empresarial asturiano, ese que, por ejemplo, muestra cómo se debe actuar en el mundo siderometalúrgico o en los productos derivados de la población rural, crean un ámbito que ha generado al que se podría denominar espíritu de los Cursos de La Granda. Pero también se ha logrado el respaldo de Instituciones fundamentales, como la Fundación Santander que considera que La Granda es parte valiosísima del conjunto de la cultura española. Y simultáneamente, las circunstancias coyunturales siempre tienen un valor considerable para aumentar estos cursos. Ahora mismo, ¿es posible ignorar el centenario de la Batalla de Covadonga para explicar lo que sucede en aspectos históricos, culturales, políticos, incluso económicos -pues basta recordar la conferencia de Cambó en 1918 en Gijón- y religiosos con su proyección mariológica?.

Por todo esto, este año, desde la presencia inaugural de los portugueses de la Academia da Historia en relación con el papel de Magallanes en el fenómeno de la globalización -con lo que seguramente recordarán el rasgo de ese asturiano llamado "el Rey de la Patagonia" que erigió, precisamente en el punto clave meridional de América un monumento a Magallanes- a la clausura con una aportación sobre la situación financiera de Europa que desarrollará el Vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos. Creo que así muestro hasta qué punto pueden resultar extraordinariamente interesantes los Cursos de La Granda de este año.

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