La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Metáfora de la camiseta

Tal vez lo que pretendieron los genios del marketing del Sporting con depositar una de las nuevas camisetas junto a un contenedor próximo a El Molinón fue componer una metáfora de lo que se avecina: la nueva equipación es para sudarla. Cuando una ropa se utiliza mucho, se desgasta, se deshilacha, se vuelve inservible. Y ajada del todo, se tira a la basura.

Los mandamases rojiblancos, tal vez sin quererlo -o seguramente sin intención alguna de hacerlo-, han mandado un mensaje nítido a los integrantes de la plantilla, a los que están y a los por venir: esa camiseta tiene que acabar la temporada como un trapo. O sea, que es preciso pelear el escudo desde el minuto uno del partido inicial, sin regalar distancia a los rivales por ir de Armani o de lechuguinos.

Hay futbolistas que saltan al campo y parece que llevan un frac, que en vez de pisar el césped piensan que ocupan un palco de preferencia en el teatro de la ópera; que no meten la pierna para que no se les descoloque la media o les vayan a hacer un rayón en el tatuaje; que se engominan la cabellera y se atusan como si en lugar de tomar parte en una batalla deportiva fueran a posar como modelos del Doríforo de Policleto, estatua de mármol lunense.

No es ese tipo de jugador el que requiere el Sporting en su afán de poner rumbo de nuevo a los laureles de la máxima categoría. Hace falta gente que se parta el alma en cada envite, de sangre caliente, no de pecho frío; gente que se gane el aprecio de la grada a base de orgullo, ambición, compromiso y energía. La afición quiere jugadores que echen cada jornada al cubo de la basura la camiseta porque quedó inservible de tanto defenderla. Sobran mercenarios y condotieros.

Compartir el artículo

stats