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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

Intolerancia

La intransigencia se apodera del debate social y se multiplica - en las redes sociales

Siempre me ha llamado la atención que una película -magistral, eso sí- que denigra la raza negra, que defiende la supremacía de la blanca y que glorifica al Ku Klux Klan lleve por título "Intolerancia". No encuentro otra explicación que el intolerante se cree en posesión de la verdad y, por tanto, está plenamente convencido de que los intolerantes son los otros, que por supuesto están equivocados.

Al ser humano le cuesta por naturaleza, no ya admitir que los demás lleven razón, sino incluso concederles el sagrado derecho a equivocarse. Da la impresión de que cada día somos más intransigentes. Haga la prueba. Intente defender la liberalización del sector del taxi, o lo contrario, que los taxistas tienen derecho a bloquear una ciudad para defender sus intereses. Defienda lo que defienda, saldrá escaldado.

Cada vez son más los asuntos en los que la intransigencia se desata con fuerza. El tema es de libre elección. Hay muchos, y muy sensibles, entre los que escoger y puede defender la postura que más le guste: la oficialidad o no del bable, los derechos de los independentistas catalanes, si Sánchez debe convocar elecciones, monarquía o república, sacar o no a Franco del Valle de los Caídos, conceder o no la libertad condicional a los miembros de "la Manada", acoger a inmigrantes o darles con la puerta en las narices?

Resulta imposible razonar sobre ninguno de estos temas que están hoy sobre la mesa del debate nacional. No se admiten matices. Es blanco o negro, ya no hay grises. Fuerzan a posicionarse a un lado o al otro. Los defensores de una postura y los defensores de la contraria se han enconado tanto que ya el diálogo resulta imposible. Por si fuera poco el enconamiento, se agrava más porque se produce en un mundo cada vez más abierto, en el que cada ciudadano se siente, no ya con el derecho, sino con la obligación de dejar constancia de su postura, ya sea tema de su incumbencia o no.

De la intolerancia a la caza de brujas hay solo un paso. Hay quien quiere prohibir la "Lolita" de Nabokov, cerrar la revista satírica "El Jueves" o impedir que se distribuya el libro "Fariña" de Nacho Carretero. Se extiende la peligrosa creencia de que la censura de lo que no nos gusta es el mejor camino para imponer nuestro punto de vista,

No es un caso aislado, ni cosa de un narco tiquismiquis que se siente ofendido o una institución hiperprotegida del sentido del humor. Lo grave es que es toda una corriente social.

El último caso ha sido el de 200.000 personas que ya han firmado para que se retire una serie de Netflix que pasado mañana se estrena en España. Se titula "Insatiable" y tiene un argumento nada nuevo y que ya vimos muy parecido en "Betty la fea" o en "Carrie". Es la historia de una adolescente gorda de la que se mofan sus compañeros de instituto. La chica adelgaza y vuelve hecha un bombón y una furia para vengarse de quienes antes se mofaban de ella. Los detractores sostienen que la serie fomenta el "body shaming", es decir, la vergüenza del propio cuerpo. La creadora de la ficción, que dice haber sufrido una situación muy parecida, se defiende asegurando que solo comparte sus sentimientos y su dolor "a través del humor".

Tenemos la piel muy fina y nos estamos volviendo muy delicados. Todo nos ofende. No pasamos ni una. Vivimos en un estado de constante indignación. Lo mejor es relajarse y ver buenas películas como "Intolerancia", que denuncia grandes injusticias de la historia como la matanza de los hugonotes en Francia la noche de San Bartolomé de 1572, la muerte y pasión de Jesucristo o la lucha de trabajadores por sus derechos a principios del siglo XX. Aunque, claro, es una película racista y quizá lo mejor sea reunir firmas para que la retiren de Youtube.

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