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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

El día que llegó Tom a casa

Sara: "Cuando era niña, mi casa era muy hospitalaria con los vendedores de enciclopedias. Las estanterías del mueble del salón estaban ocupadas por una enciclopedia de fauna, otra de ciencias y una tercera de geografía. No había más libros. Mis padres se dejaban convencer por los vendedores de que tener tanto papel ilustrado sería de gran utilidad para el futuro de sus tres hijas. Quién sabe, tal vez había ahí el germen de una futura veterinaria, de una científica o de una ingeniera de caminos. No contaban los persuasivos vendedores ni mis sacrificados padres con que el azar se interpusiera entre los osos polares, las matemáticas puras y los accidentes geográficos. Un día, mi hermana mayor llegó a casa con un tesoro. Había encontrado en la calle un libro. No era voluminoso, no tenía tapas duras, estaba libre de ilustraciones. Estaba un poco estropeado y ya ligeramente amarillento. Al principio no le hice caso, pero una tarde lluviosa de sábado cambiaron la programación del único canal de televisión que había y en lugar de 'Mujercitas' emitieron un partido de rugby. Y mis ojos se posaron en aquel libro encontrado en la calle. Y lo cogí.

"'Las aventuras de Tom Sawyer', de Mark Twain. No tenía idea de quién era el tal Twain ni mucho menos el tal Tom, además en la solapa no había resumen del argumento, pero la palabra aventuras era intrigante, y el comienzo mucho más: '¡Tom! Silencio. ¡Tom! Silencio. ¿Dónde se habrá metido ese chico? ¡Tom!'. Responder aquella pregunta me convirtió en lectora para siempre. Supe que había niños de mi edad granujientos que se pasaban el día fuera de casa haciendo gamberradas, enamorándose de niñas de pelo rubio y rizoso como yo, haciendo amistad eterna con tipos tan poco recomendables como Huckleberry Finn o enfrentándose a malvados como Joe el Indio, protagonista de mis primeras noches de insomnio. Cuando mi hijo mayor llegó a la edad que yo tenía cuando descubrí a Tom, le di mi ejemplar con la esperanza de que causara los mismos efectos en él. Me lo devolvió a los dos días. 'Es un rollo, mamá', me dijo, y volvió con la Play".

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