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Profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo

Remando a contracorriente

El equivocado consenso regional de oposición al cierre de las térmicas de carbón

Si usted es un turista y ha decidido comprar esta mañana este periódico para ponerse al tanto de lo que se cuece y debate por estos pagos del territorio nacional, bienvenido a este diario y a este artículo. Y si vive por aquí y participa ya de uno de ellos muy concreto -el monotema asturiano-, bienvenido también. Intentaré resumir de una forma neutral el mantra y los tags acuñados desde noviembre de 2017 y que recorren los diarios y medios regionales sobre un asunto peliagudo: el cierre de las térmicas.

1 . El contexto. Por aquel entonces, se produjo un shock: una empresa privada tomó en consideración y anunció con mucho cuajo el cierre y achatarramiento de dos centrales. Una de ellas está incrustada en el muy apreciado barrio de Lada (concejo de Langreo), en el centro más urbano de la cuenca del Nalón. Aquello no tardó en remover el hondo sentir de la región y alguna divergencia temática en el seno del PSOE pero, quien lo iba a decir, con los idus de mayo se organizó en el Congreso de los Diputados una moción de censura exprés que, por primera vez en la historia de la democracia, salió adelante. El presidente Sánchez formó gobierno y, desde entonces, tenemos un ministerio y una ministra que se toma muy en serio los acuerdos internacionales contra el cambio climático adoptados en la conferencia de París (COP21, diciembre de 2015). El Ministerio para la Transición Ecológica es hoy uno de los múltiples organismos responsables de pasar de las musas al teatro en materia de transición, una transición donde, como es natural, tiene que haber unos ganadores netos. Algo parecido a la transición democrática, donde casi todos recuperamos la voz y el voto a costa de unos pocos, los menos -y que la siguieron conservando, pero de otra manera y de una manera más cepillada.

Dicho ministerio es el principal responsable de liderar la acción en España para trasladar las políticas que la Comisión Europea ha diseñado en su paquete de invierno (noviembre de 2016), en curso de aprobación. Se trata, sin temor a exagerar, de un problema de coordinación endiabladamente complejo, un reto enorme y con mayúsculas, fácil de explicar en un curso 101 dedicado a la cosa, pero con toneladas de literatura gris que aburre a las ovejas y dirigida a poner, en fila india, a una panoplia de agentes económicos heterogéneos que toman decisiones de forma descentralizada, cada día y en cada esquina del sistema energético. Para tomar buena nota del alcance de estos problemas, es de lectura obligada el capítulo 8 del libro del profesor Jean Tirole, "La economía del bien común", Taurus, 2017 (y ya puestos, todo el libro).

Como se pudo ver en noviembre-diciembre y lo que llevamos de nuevo gobierno, a Asturias la cuestión le pilla con el pie cambiado. Lejos de ponerse al frente del debate, como región interesada legítimamente, nos hemos puesto a subir el Sella. En lugar de bajarlo, buscar aguas profundas y rodear los lugares con piedras ocultas -ya que contamos con tradición industrial y, por tanto, algo de información-. Por el breve camino, se ha conformado un peculiar consenso entre sindicatos, patronal, cámaras de comercio, gobierno regional-local y colegios profesionales del ramo concernidos. Una confluencia que debería escamar a cualquier persona informada y con obligación ciudadana de informarse correctamente y en la cantidad necesaria sobre los asuntos públicos que nos ocupan imperativamente a todos. El cambio climático lo es, en el corto, medio y largo plazo, porque nuestras emisiones de CO2, las de hoy y de ayer, y las de mañana, son responsabilidad nuestra. Y como estas sencillas ideas se defienden a lo largo de casi-todo el espectro ideológico relevante del Congreso o del Parlamento Europeo, conviene pasar a la acción y poner encima de la mesa el cómo se hace. Siguiendo las enseñanzas de Andrew Isserman, voy a encender la bola de cristal y explorar "una" posible "función de producción" regional en el horizonte 2030-2070, para cambiar el frame que solamente orienta la mirada a cómo llegar hasta 2025-2030.

2. Escenario. Asturias en la oferta eléctrica nacional. Asturias produce electricidad por casualidad? y por decreto ley. Lo hace por factores estructurales de largo plazo que configuran la función de producción regional (llueve para abajo y hay montañas, hay viento, el azar siempre presente en la localización de los recursos naturales) y por el modelo castizo de industrialización, que supo exprimir todo el jugo a la toronja del carbón. Este modelo comenzó a saltar por los aires en 1959 y ahora toca afinar la función a la "nueva realidad": no tenemos carbón local y las centrales alejadas de la costa son una rémora, un peso muerto que algunas empresas empiezan a limpiar de sus balances. Pasando página ya, la generación de electricidad en Asturias usará la térmica de carbón importado y el gas natural. Se dejará de producir en Lada, Soto de la Barca y Soto de Ribera (en orden de salida voluntaria del sistema), pero pondrá a buen rendimiento activos ociosos, como las dos centrales de ciclo combinado de Soto de Ribera y la regasificadora del puerto de El Musel.

A la luz de lo que se conoce sobre las mejores tecnologías disponibles, barrunto que habrá un poquito de carbón en el mix energético nacional. De los 1.000 MW que cabe instalar en la España peninsular -3.000 en la península Ibérica, no se olviden de Portugal- al menos 900 estarán en una parroquia muy concreta, que tiene unas ventajas comparativas indiscutibles: Aboño. Eso sí, con una tecnología de cuarta generación adecuada al contexto de la transición que nos ocupa (669 gramos de CO2 por kwh; 288 gramos de carbón por kwh). Una central de estas características y con una producción de 7.000 horas/año sería una de las piezas del sistema entre 2030-2070 -cualquiera que sea la decisión sobre las centrales nucleares-. Ayudaría a los requerimientos técnicos de tensión y frecuencia y serviría al sistema productivo, donde la complementariedad de activos productivos es la razón de ser histórica del entramado industrial regional. La integración vertical que conoce la economía asturiana del pack metales férreos y no férreos -y de otras industrias de procesos- demanda electricidad cercana, a coste mínimo (la optimización de las inversiones en redes de transporte y de su uso debería comenzar a penalizar el transporte a larga distancia, que incorpora pérdidas físicas significativas, en justo equilibrio con las necesidades de balance de la oferta y demanda del sistema en cada instante del tiempo). Además, la siderurgia integral genera gases y debe eliminarlos, sin sobrecapacidad de instalaciones para este fin. Como se ubica al lado del puerto de El Musel, abre la puerta a un uso potencial de bulkcarriers apoyados en gas natural, para minimizar las emisiones directas en la combustión e indirectas -transporte del carbón-. Unas emisiones que hoy caen en un limbo estadístico -búnkeres-, y que deberían ser tenidas muy en cuenta por las autoridades, tarificando las emisiones de la navegación internacional. (Quede para mejor ocasión analizar el transporte aéreo y el transporte urbano e interurbano, verdaderos caladeros de CO2).

¿Qué cabe decir del precio esperado local de la energía eléctrica? Aquí se aplican con todas las consecuencias las conclusiones básicas de un primer curso de Teoría de los precios (consideraciones más avanzadas pueden encontrarse en el informe de los profesores Stiglitz y Stern, 2017, para el Banco Mundial). La electricidad seguirá vendiéndose en un mercado mixto de tecnologías por el coste de oportunidad casado (alto, bajo o medio), cada hora. Si las empresas intensivas en consumo de electricidad ven un riesgo en el funcionamiento del mercado mayorista, los manuales de organización de empresas señalan caminos bien precisos para tratar esta incertidumbre, fruto del oportunismo latente en el mundo de los negocios. Pero este problema es un tema muy privado -como muy bien revelan los hechos empíricos, porque no hay mucha evidencia sobre contratos bilaterales, precios y cantidades, en contratos a largo plazo de suministro-.

Esta forma de separar el problema señala responsabilidades: el "planificador" debe velar por dar y crear reglas e incentivos a largo plazo estables y coherentes, capaces de generar un mix de generación sostenible y eficiente entre productores y consumidores, en línea con las mejores técnicas disponibles y explotando las ventajas comparativas de cada esquina de la península Ibérica. Solamente con este enfoque será posible razonar y generar cada punto de una futura curva de oferta que reúna a todas las tecnologías necesarias para atender la demanda de una producción clave en la descarbonización -directa e indirecta- de la economía.

3. Dios escribe recto, con renglones torcidos. No lo duden: preparar a España para el cambio climático sirve a los intereses de Asturias. El barullo que estamos montando en la región es una prueba "prima facie" de la falta de visión y ausencia de proyecto que tanto nos afean. Hay cosas que se caen por su propio peso: Asturias ya descubrió el modo óptimo de producir, a mínimo coste, sus producciones básicas. Desplazó la siderurgia a la costa, Azsa, Endasa (Alcoa), Tudela Veguín, se ubicaron por los aledaños de los puertos. Si este entramado productivo debe permanecer en el tiempo, lo dirá el mercado -a través del sistema de precios- pero hoy por hoy hay que tomar decisiones en el lado de las cantidades -en las localizaciones- que minimicen costes para soportar futuros cambios en los precios relativos -de los precios de los productos, de los inputs o de los impuestos-. Cuando una región tiene una empresa que se asentó en Arnao por una expectativa equivocada en el siglo XIX y que devino en líder mundial de su rama, uno debería conocer la historia de esa empresa y observar cómo y cuándo afinó su útil industrial. Si usted es turista y ha llegado hasta aquí, no dude en visitar el museo de la Mina de Arnao estos días (línea C3 de cercanías Oviedo-Avilés y autobús. Parada en el antiguo economato). Aprovechando la línea C2, es visita obligada al museo de la Minería, en El Entrego; ya por la zona, no deje de conocer el de la Siderurgia (La Felguera). Y, por supuesto, no se pierda el museo del Ferrocarril, en Gijón, y el Marítimo de Luanco.

Ciudadanas y ciudadanos, en Asturias no tenemos que ser campeones de la descarbonización, debemos ser los campeones en la producción y uso eficiente de la energía. Ya que el carbón nos puso en contacto con este sector -el energético-, saquemos las conclusiones oportunas que nos brinda la historia para afinar nuestro modo de producir en los próximos cincuenta años, y minimizar las consecuencias de una especialización que nos hace los campeones en emisiones per cápita o por unidad de PIB producido. A la vista de lo que se lee y se oye por estos pagos, estamos a años luz de la meta.

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