El multitudinario baile de la danza prima y el estruendoso restallón pusieron punto y final a la Semana Grande de Gijón, que tuvo como evento más destacado la mágica noche de los fuegos, un acontecimiento que cada víspera de la festividad de Begoña congrega en esta ciudad a miles de visitantes llegados desde distintas localidades de la región y de provincias limítrofes. Y que este año sumó la espectacularidad de la presentación de una nueva empresa pirotécnica procedente de Valencia, que echó el resto en medios técnicos para satisfacer al exigente público gijonés.

El éxito de los fuegos artificiales, aplaudidos unánimemente, se suma a una programación festiva municipal no excesivamente brillante este año pero que supo beneficiarse, sin embargo, de la amplia oferta musical y de ocio de finales de junio y julio, que ha convertido a Gijón en uno de los referentes del verano norteño, de la mano de festivales ya tan consolidados como la "Semana negra", Metrópoli, Tsunami o Arco Atlántico, a los que este año hay que sumar el Gijón Life, que hizo desfilar sobre el escenario del parque de los Hermanos Castro a destacadas figuras nacionales e internacionales, como Pablo Alborán, Dani Martín, "Maná", Bad Bunny o los chicos de la última edición de "Operación Triunfo".

Aunque parezca que el verano gijonés ha llegado a su fin, aún restan importantes convocatorias que sin duda atraerán a cientos de visitantes, como es el anual intento del récord mundial de escanciado, el Concurso Hípico Internacional o el Festival de la Sidra, por citar algunas de las citas que aún tendrán lugar en lo que resta de mes y en septiembre.

Romper la estacionalidad veraniega debe convertirse en uno de los objetivos de la gestión turística municipal, que si es capaz de extender el verano ha de esmerarse también en ampliar su oferta de ocio a los meses de menor actividad del turismo. Para ello habrá que dotar de partidas económicas más generosas a la empresa municipal que gestiona el ocio público, Divertia, que cada año sufre apreturas para cuadrar sus cuentas, así como atraer inversión privada.

La actividad turística está llamada a convertirse en el motor principal de la economía de Gijón. El sector de los servicios genera ya el 76 por ciento del valor añadido bruto local y ocho de cada diez empleos. Sin embargo, el peso del comercio supera con creces al del turismo, ya que casi duplica en puestos de trabajo a la hostelería, una de las patas sobre las que se asienta el turismo, y que pese a ello aún aporta menos empleo que el metal y la sanidad. Si como reflejan recientes datos estadísticos el turismo sólo supone el 8 por ciento de la economía local y el 7,3 del empleo, está claro que se trata de un sector de enorme potencial y con margen de crecimiento. Queda aún mucho camino por recorrer en ese empeño, pero el éxito de público y actividad de este verano anima a emprenderlo con decisión y esperanza.