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Sol y sombra

El aire de los orioles

El aniversario del 17A no ha arrojado lo que se dice un balance demasiado conflictivo. Existía un amago de tentativa de escrache al Jefe del Estado flotando en el aire igual que flotan las oropéndolas, que en Cataluña son conocidas por orioles. Pero, finalmente, todo se quedó en una pancarta y en los reproches de una señora al Rey por la prisión preventiva de un marido golpista. Cataluña tiene también dos orioles pájaros, de otra especie: Oriol Junqueras y Oriol Pujol. El primero de ellos está en una jaula y el segundo ha aceptado una condena de dos años y medio por cobrar comisiones ilegales. Es lo que sucede con el delito: a veces acarrea penas.

El aire de las oropéndolas o de los orioles sigue infectado por las bufonadas golpistas y la famosa ley de embudo: lo ancho para mí, lo estrecho para los demás. Esa calamidad llamada Quim Torra ha vuelto a rebuznar y amenaza con atacar al Estado. Todo esto sería, además de grotesco, grave, si no fuera porque en el fondo es un gesto desesperado para reivindicar su imagen ante los CDR después de haber estrechado la mano de Felipe VI, que los comités republicanos han empezado ya a reprocharle. Patético.

La Generalitat considera libertad de expresión la pancarta colgada en la plaza de Catalunya con la inscripción: "The Spanish King is not welcome in the catalán countries". Bien, el problema es que hay una libertad de expresión de los soberanistas para llenar las plazas de cruces y de pancartas contra el Estado que debe respetarse, y otra que no se respeta de los catalanes constitucionalistas cuando se manifiestan y son insultados y golpeados por el soberanismo hiperventilado. Una forma muy peculiar, desde luego, de interpretar los derechos civiles.

Para tener una versión completa, a la pancarta del rechazo a Felipe VI habría que incorporarle la foto de Torra dándole la mano.

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