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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Un "Café" para Jesús Ferrero

Tuve la fortuna de conocer a Jesús Ferrero, flamante ganador del "Café Gijón" de Novela de este año, de la mano de Jesús Hernández, uno de los periodistas más cultos -y también de los más retraídos, casi diría que cartujo- que me han acompañado en tres décadas de profesión. Zamorano de cuna (nació en 1952 en esa localidad levítica), había acudido a la vieja ciudadela, donde yo trabajaba entonces, a presentar su última novela, "Las fuentes del Pacífico", mucho más amable que algunas de las que la precedieron, más próximas a los abismos del lado oscuro. Aquel día dijo que construir historias "es darle sentido a la vida".

Practicaba yoga y su mundo literario se había ido enriqueciendo por una azarosa existencia en varias ciudades, desde la adolescencia y la juventud: Pamplona, Ginebra, París, Barcelona, Madrid... En la capital del Sena cursó Historia Antigua en la Escuela de Altos Estudios al tiempo que obtenía un sueldo de subsistencia como portero de noche en el hotel Marigni.

Debutó con "Bélver Yin" y obtuvo un éxito atronador. Escritor prolífico, abarca todos los géneros y cosecha una innumerable colección de premios: el "Ciudad de Barcelona" con su primera novela; el Internacional de Novela con "El efecto Doppler"; el "Azorín" con "El último banquete"; el "Anagrama" de Ensayo por "Las experiencias del deseo. Eros y Misos", y el "Barcarola" de Poesía por "Las noches rojas", entre otros.

Autor también de "Las trece rosas" y coguionista de cine con Almodóvar, Ferrero me pareció entonces un hombre sereno perseguido por una bala que nunca encuentra su destino, como uno de los personajes de su "Nieve y neón".

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