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Carmen Pérez Novo

Estilo de vida saludable

Los problemas de la obesidad

Creo que la mayoría de las personas que están leyendo estas líneas, estarán de acuerdo en que el ejercicio moderado, una alimentación equilibrada, un estado de ánimo alegre y optimista y mucho sentido del humor, son hábitos básicos de un estilo de vida saludable. Y, realmente es así, porque todo ello refuerza el sistema inmunológico, que es la barrera natural del cuerpo para defenderse de ciertas enfermedades. Sin embargo, esto, que a primera vista parece relativamente sencillo, no siempre es fácil de cumplir. El ritmo de vida acelerado que llevamos, la obsesión por el consumo, el sedentarismo, el estrés, el descontento por la situación económica y la alimentación desequilibrada, actúan en contra. Sin ir más lejos, la obesidad, ya es una epidemia. Cada vez es mayor el número de personas que consumen mucha carne y lácteos, en detrimento de cereales, frutas y hortalizas. Y, ello, ocasiona esas temidas patologías: alteraciones en la respuesta del sistema inmune ante agentes infecciosos, hipertensión, diabetes, infarto, arterioesclerosis?.

Ahora bien, en nuestras manos está, evitar el sedentarismo, mediante la práctica de ejercicio físico, cuidar la alimentación y reforzar la barrera natural que nos protege. Pero, tenemos que reconocer que no es una opción fácil en una sociedad que recomienda estilos de vida saludables y pone sus trabas para realizarlo. Conocemos las medidas que debemos llevar a cabo para combatir el sobrepeso, pero estamos inmersos en una sociedad que ofrece lo contrario de lo que recomienda; a la vista, la publicidad de productos altamente nocivos y poco saludables. Por si fuera poco, el progreso está asociado al sedentarismo. Hasta para subir al entresuelo utilizamos el ascensor.

Pues esto, señoras y señores, es lo que hay. Ánimo alegre, sentido del humor, alimentación equilibrada, ejercicio físico acorde a la edad, son hábitos beneficiosos y muy importantes porque refuerzan el sistema inmunológico que, por su parte, se debilita con el paso de los años y hasta tal punto lo hace que, según los expertos, a partir de los 65 años, aumenta de manera significativa el riesgo de cáncer, y es en gran parte porque el sistema inmunitario funciona peor.

Conclusión, por tanto: no podemos cambiar nuestros genes, pero sí tenemos margen para la mejora de nuestras defensas naturales, con prácticas sobre las que sí tenemos control. Y, por la cuenta que nos tiene, y a pesar del nefasto bombardeo publicitario en contra, en nuestras manos está el ponerlas en práctica.

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