Calcular multitudes es una ciencia inexacta pero la Guardia Urbana de Barcelona se aventuró por segundo año consecutivo en cifrar en un millón los asistentes a la manifestación independentista con motivo de la Diada. "Alrededor un millón" para ser más exactos, puntualizaron los guardias.
Podrían no haberse enredado con las matemáticas y seguir el ejemplo de Sean Spicer, el secretario de prensa de Trump, quien decidió proclamar, tras haber aportado cifras no creíbles, que la toma de posesión del actual presidente de Estados Unidos había sido la más multitudinaria de la historia. Comprobando las fotos aéreas de la National Mall, la avenida que une el Congreso con la Casa Blanca, se demostró que no era así, sino más bien todo lo contrario. Con ello quedaba inaugurada la reciente era de las noticias falsas, con una bola oficial del tamaño del globo terráqueo.
La consejera del Gobierno, Kellyanne Conway, aprovechó entonces para poner en circulación la famosa teoría de los "hechos alternativos" cuando defendió a Spicer ante los periodistas que cuestionaban sus datos por considerarlos manifiestamente irreales. Una visión alternativa de la vida no debe invadir la realidad para deformarla de la manera que pretenden hacerlo estos matemáticos de las multitudes y sus calculadas teorías sobre la imprecisión.
En cualquier caso da igual, la Diada más multitudinaria y contaminada de independentismo ha servido para que Torra refuerce su teoría de la "confrontación cívica" que desoye la ley y la Constitución: referéndum y presos a la calle. En lo de esto último, Borrell empieza a estar de acuerdo, a él también le incomodan.
