Cada vez que una información se ocupa de las alteraciones de arena que sufre la playa de San Lorenzo es inevitable recibir la llamada telefónica de José Antonio Madiedo, ex director general de la Marina Mercante, gijonés de pro y campeón de las preocupaciones por el futuro del principal arenal del municipio, compartiendo podio con Miguel Ángel Llana y con el geógrafo Paco Redondo, otros dos que no comulgan con las ruedas de molino del Observatorio de San Lorenzo.
Este gijonés de blanca cabellera y adicto a los mares lo grita desde hace años a los cuatro vientos: se extrajeron de la bahía 24 millones de metros cúbicos de arena para la ampliación de El Musel y ese pozo -"un agujero monumental", según sus palabras- se está rellenando ahora de forma natural con arena de la playa, por el juego de los flujos de las mareas. Es la explicación, a su juicio, del frecuente deslizamiento del talud, como el que ha ocurrido en los últimos días, provocando enormes escalones o dejando en el aire, sin arena debajo, la caseta de salvamento. Y que ha obligado a precintar cuatro escaleras del Muro, de la 9 a la 12.
No habría por qué desconfiar de los estudios técnicos que se llevan a cabo desde el citado Observatorio, pero tampoco es de recibo demonizar las opiniones de personas que han conocido la playa de San Lorenzo desde niños y que ven que lo que ahora queda de arenal es mucho más estrecho y recogido. La playa es un ser vivo, de acuerdo, pero también son seres vivos los burros y los que se empeñan siempre en pasar a cuchillo al mensajero.
