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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Pensar en tres dimensiones

Gijón es ciudad pionera en Asturias en la impresión 3D, que es como tener en el laboratorio una fábrica portátil. Y lo será más con la instalación en Roces de una empresa con capacidad de producir, mediante este sistema, treinta mil piezas metálicas en un año. Sin cadena de montaje, sólo con una máquina que se llama "Amcell".

La fabricación aditiva parece ciencia ficción, pero se trata de una realidad palpable: hoy se puede imprimir ya piel humana; mañana, huesos y cartílagos. Los robots futuristas de las películas de éxito proceden de estos aparatos que crean objetos a partir de un diseño hecho por ordenador. Incluso se puede imprimir una pistola real. Como hizo, provocando una enorme polvareda, un tal Cody R. Wilson, que vende en internet desde Texas los archivos necesarios para fabricar armas en casa.

El catálogo de usos de estas impresoras -en el futuro, cuando su precio sea más asequible, habrá una en cada familia- es interminable: juguetes, ropa, prótesis médicas, menús sorprendentes de comida saludable a la carta y hasta viviendas u oficinas. Rizando el rizo, la Agencia Espacial Europea se plantea construir una estación lunar utilizando la impresión 3D sin tener que trasladar materiales desde la Tierra, utilizando como materia prima las rocas lunares.

Bien mirado, ¿no cabría la posibilidad de una fabricación masiva, en tecnología 3D, de políticos honestos o, en su defecto, la impresión a gran escala de títulos universitarios, en el caso de que los prototipos políticos salieran defectuosos y al menos cada uno de ellos pudiera hacer aparición en escena con su máster, recién impreso, bajo el brazo?

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