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Historiadora del arte

Si no puedo bailar?

Los museos como lugar para hacer visible lo que antes era tabú

Los museos, esos espacios abiertos para servir a la sociedad y su desarrollo, se encuentran en los últimos años abrazando discursos de la diversidad muy vinculados a las cuestiones de género y feministas, anticipando, en muchos casos, al debate social. Lo hacía recientemente el CA2M de Móstoles en una muestra sobre el "voguing", baile urbano con raíces en la escena LGTB afroamericana, donde defendía el acto de bailar como posicionamiento político y para visibilizarse en un contexto opresor; la performance como resistencia y como ejercicio de supervivencia.

Por su parte, el MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) ha hecho de lo "queer" y el feminismo el eje central y transversal de toda su programación, ya sea en su programa de estudios o en actividades como "Cabaret", donde el octubre pasado invitaba a Rodrigo Cuevas, que desde una posición que recupera la música tradicional asturiana al ritmo pop y glam -"agitador folclórico", como él mismo se define- y sin quitarse las madreñas ni la montera picona, reivindica la unión de lo tradicional con la libertad sexual y de género, hacer "de lo nuestro" algo actual, desenfadado, divertido y reivindicando otras posibilidades para los cuerpos. Cuevas, que arrasa allá donde va, es un excelente ejemplo de eso que el arte (y en consecuencia los museos) sitúa como referencia hoy: mostrar y presentar visible lo que antes era tabú como un ejercicio de performance radical, el cuerpo como lugar de la reivindicación subversiva y la posibilidad del baile y la diversión como ejercicio político transformador. Porque si no pudiéramos bailar, esta revolución no sería la nuestra.

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