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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Derechos de autor políticos

Se atribuye a Samuel Johnson, aforista y una de las plumas más brillantes de la literatura inglesa del siglo XVIII, una frase que estos días de zozobra política a cuenta de las tesis y de los másteres viene al pelo: "Su manuscrito es bueno y original, pero la parte que es buena no es original y la que es original no es buena".

Del asunto de la tesis del presidente del Gobierno es menos preocupante cuánto tiene de plagio y cuánto de factura propia que conocer cuánto tiene de bueno y cuánto de original. Y si se cumple, en su trabajo doctoral, el aforismo de Johnson. Incluso se podría ir un paso más allá: si la originalidad de la tesis de Sánchez es un plagio no detectado.

Por otra parte, lo peor que puede hacer un político es plagiarse a sí mismo, empecinarse en repetirse, en no rectificar. Demasiado poco tiempo, cien días, para encastillarse, para que tenga que salir en auxilio del jefe su habitual corifeo de loas y plañideras. Hay políticos con derecho de autor. Uno fue Rajoy, genuino en sus espantadas y en su colección de memes. Sánchez, por su parte, va camino de plagiar a Zapatero. Señor, ten piedad...

Contaba ayer Jon Juaristi que la elaboración de tesis en la Universidad francesa imponía a los investigadores un arduo trabajo y un enorme sufrimiento, de tal manera que el esfuerzo se prolongaba durante lustros e incluso décadas. Y que la calidad media de las tesis en Francia estaba por encima de la de España. A nadie extrañe, a la vista del paisaje universitario que estamos oteando en estas últimas semanas. Y no nos vayamos a comparar con los franceses, unos tipos que inventaron la única cura que se conoce para acabar con la caspa: la guillotina.

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