A vueltas con la tesis de Sánchez, un amigo médico gijonés, dermatólogo, me explica cómo fue la suya, de ímprobo esfuerzo. Acabó la carrera en la Universidad de Oviedo y quiso encaminar su trabajo doctoral a la Historia de la Medicina. No existía posibilidad entonces de investigar sobre ese tema en Asturias, así que se dirigió a un catedrático de Valladolid, quien inicialmente le alentó y abrió camino. Tras cinco meses de recabar informaciones y de vivir como un ratón de biblioteca, el catedrático le dijo que la situación a distancia era insostenible. Así que vuelta a empezar, con una nueva línea de investigación.
Otro catedrático le recomendó dirigir sus pasos al departamento de Morfología Celular de la Facultad de Oviedo, donde se investigaba certeramente sobre la pineal, pequeña glándula endrocrina ubicada en el epitálamo que produce melatonina, hormona que afecta a los patrones del sueño. Su proyecto doctoral se encaminó a valorar los niveles y variaciones de melatonina en personas ciegas de nacimiento. Encontró muchas puertas abiertas en la ONCE, pero las referencias bibliográficas eran escasas. Tuvo que encontrar un número de sujetos adecuados a los fines de la investigación. Así pasaron dos años. Se vio obligado a pedir un crédito de un millón de pesetas para financiar los gastos.
En una empresa de informática le dejaron utilizar un ordenador fuera del horario laboral para escribir la tesis, a altas horas de la madrugada. Después la exposición verbal frente al director de la tesis y tres ensayos previos y, por fin, ante el tribunal, en cita pública. Obtuvo el "cum laude", pero habían pasado siete años. He de decir que mi amigo comenzó a preparar la tesis en 1979. Entonces no existían internet, ni Google, ni bases de datos digitales que consultar, ni los sufridos doctorandos eran duchos en el corta y pega?
