La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El retorno de la chulería

La comparecencia de Aznar en el Congreso de los Diputados

Si hemos de creer lo que dicen algunos medios sobre la comparecencia de José María Aznar en la comisión parlamentaria que investiga la supuesta financiación irregular del PP, el expresidente del Gobierno se comportó con chulería. El Diccionario del Español Actual de Martín Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos define la chulería en una de sus acepciones como " jactancia o presunción desafiante". Y "chulo", como aquella "persona, de clase popular, que se caracteriza por la presunción en los modales y por cierta afectación en el habla". Las dos expresiones le encajan perfectamente y nadie que haya sido testigo, aunque sea en la distancia, de su carrera política podrá extrañarse de ello. Porque el señor Aznar, en su etapa como jefe de la oposición y después como jefe del Gobierno, hizo gala de ese estilo, un tanto bronco. Nos faltó saber si, cuando hablaba catalán en la intimidad, el tono y la actitud se hubieran moderado un poco y la habitual expresión ceñuda y despectiva diera paso a otra más risueña que nunca conocimos. El resto, como muy bien define el diccionario antes citado, fueron muestras de "jactancia o presunción desafiante". Sin mucho fundamento, por otra parte: no hay nada en la trayectoria de Aznar que justifique esa un tanto ridícula ostentación de superioridad.

Al que esto escribe le hubiera gustado, desde una óptica política diferente, que el líder de la formación conservadora acreditase altura de miras, capacidad dialéctica y brillantez parlamentaria (como en algunos momentos alcanzó el señor Rajoy), pero en cambio sólo recuerda de él dos frases de una simplicidad aplastante y repetidas constantemente como una monótona salmodia tibetana: " ¡Váyase, señor González!" y "España va bien". Por lo demás, la comparecencia de Aznar ante la comisión parlamentaria que investiga la financiación irregular del PP puso en evidencia algunas cosas. Entre ellas, el padrinazgo político del expresidente respecto de Pablo Casado, el nuevo líder de la formación que había fundado Fraga Iribarne. Un padrinazgo que anticipa una deriva hacia una derecha, digamos, más derechosa todavía que la que representaban Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, hoy retirados de la circulación y de vuelta a dos plazas en la Administración pública, el uno como registrador de la propiedad y la otra como abogada del Estado. Ahora solo falta por saber (cuando se convoquen nuevas elecciones generales, claro) si el PP recién "aznarizado" de Pablo Casado será capaz de reconquistar el voto que emigró a Vox y a Ciudadanos, o por el contrario seguirá perdiendo fuerza en beneficio de esos dos partidos. Al margen de esas especulaciones, Aznar dejó algunas expresiones marca de la casa. Como cuando dijo " haber visto al país entretenido en abrir tumbas de hace cuarenta años", en clara alusión a la de Franco en el Valle de los Caídos. O como cuando negó haber conocido nunca a Correa, el cerebro del caso Gürtel, que fue testigo de la boda de su hija en El Escorial. Las declaraciones chulescas de Aznar han sido muy bien acogidas en algunos sectores de opinión, porque este es un país donde la chulería tiene su público.

Compartir el artículo

stats