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De la chulería a la armonía

El coloquio entre Felipe González y José María Aznar

Dos días después de la chulesca (al decir de algunos medios) comparecencia de José María Aznar en la comisión parlamentaria que investiga la supuesta financiación irregular del PP, el grupo Prisa lo invitó a participar en un coloquio junto a Felipe González sobre el 40 aniversario de la Constitución de 1978. Para sorpresa general (tratándose de dos personajes que se zurraron la badana en público en muchas ocasiones) el tono chulesco, que tanto gusta de utilizar el expresidente del Gobierno del PP, desapareció por completo y todo fueron mieles, complacencias, guiños de complicidad, bromas y buen rollo entre dos mandatarios que suman 22 años de gobernanza del país entre los dos (8 Aznar y algo mas de 13 Felipe González). Una periodista testigo del acontecimiento escribe algo sorprendida: "Se miraron. Se escucharon. Diriase incluso que se gustaron. No el uno al otro, tampoco nos volvamos locos, sino cada uno por su lado y a sus respectivos públicos, que no daban crédito a semejante idilio. No son amigos, o no lo parecen. Es mas posible que se detesten cordialmente. Pero nunca se les vio tan cómplices tan excompañeros de fatigas, tan colegas". La coincidencia entre ambos fue completa en orden a defender la necesaria lealtad a la Constitución como punto de partida, pero discreparon sobre la dirección a tomar a la hora de reformarla. Así, Felipe González se manifestó partidario de desarrollar el titulo VIII en un sentido federal mientras que Aznar no lo ve tan claro y prefiere partir de la visión que tenía sobre el mismo asunto el fundador de su partido Manuel Fraga Iribarne, aunque no lo citó expresamente si hemos de dar por buenas las reseñas de prensa que facilitaron la mayoría de los medios. De las intervenciones de ambos mandatarios me ha llamado la atención una frase de Aznar en el sentido de descalificar por completo el meollo del ideario secesionista . Dice así: "Los sentimientos no generan derechos, y tampoco dan derecho a dar un golpe de Estado". La afirmación es rotunda pero objetable. Si eso fuera cierto al cien por cien tendríamos que cuestionarnos desde las relaciones amorosas hasta los limites del patriotismo. El asunto es peliagudo y no es este el lugar apropiado para desarrollarlo como seguramente se merece. De Felipe González, me llamó la atención, en cambio, su lamento sobre la falta de épica de la Transición española como factor de atracción de la juventud comparándola con la revolución y la guerra civil. "Es verdad -dijo- que no hemos conseguido construir una épica de la Transición aunque el resultado hayan sido los mejores 40 años de España en la edad contemporánea". Por lo demás, el debate cordial entre José María Aznar y Felipe González (que parecían dos políticos de la misma nómina) ha venido a poner en solfa la teoría del último de los citados sobre la inutilidad de la presencia de los expresidentes de Gobierno en la vida pública. El exmandatario socialista la comparaba con la incomodidad de colocar un jarrón chino en un pequeño apartamento. Dando por sentado que no encajaría bien en ningún sitio.

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