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Cuestión de suerte

Las últimas riadas en Mallorca

Es imposible no relativizar las minucias diarias cuando te plantas ante las imágenes de la riada de Mallorca, del tsunami de Indonesia o del huracán de Florida, por hablar de catástrofes recientes. No hay forma de apartar la vista de esas hipnóticas imágenes en las que la naturaleza muestra toda su fuerza. Fotos y vídeos que devoramos entre fascinados, horrorizados y aliviados, con ese alivio casi vergonzante del superviviente. Esta vez les ha tocado a ellos como otras veces nos ha tocado a nosotros. De tsunamis y huracanes no, pero de riadas sabemos mucho. Por eso, porque más de uno nos hemos visto con el agua al cuello, agradecemos que esta vez la tromba de agua haya pasado de largo. Vemos las imágenes, nos lamentamos por los muertos, y a otra cosa mariposa. Cuando estuve en Pompeya, me alucinó ver la cantidad de casas y pueblos que hay en las faldas del Vesubio aun sabiendo que sigue activo y que cualquier día se los lleva por delante. También cuesta entender que los americanos sigan construyendo sus casas en el Pasillo de los Tornados o en las zonas del Caribe que arrasan los huracanes año sí, año también. Pero ahí estamos. En Mallorca reconstruirán Sant Llorenç y S'Illot, y a esperar a la próxima, porque estos pueblos seguirán estando entre dos cauces igual que cientos de áreas urbanas de España.

Urbanizamos las ramblas, invadimos los cauces, construimos en zonas inundables y ni siquiera nos encomendamos al cielo. Cuestión de suerte. Lo malo es que cada día tenemos peores cartas. Los geógrafos no dejan de alertar de que estos fenómenos de consecuencias catastróficas van a ser cada vez mas frecuentes debido al cambio climático. Pero ya está. Seguiremos mirando la devastación de otros hasta que nos toque llorar a nosotros.

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