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La palabra, materia prima

El placer de andar por el mundo haciendo preguntas impertinentes

A Alma Guillermoprieto le gusta caminar y pensar. Tal vez lo primero, el paso a paso, le viene de su antigua condición de bailarina, y lo segundo, el pensamiento, para ella casi una obligación moral y la base de una buena reportera, de su interés cotidiano por conocerse a sí misma. Hija de padre mexicano y de madre guatemalteca nacionalizada estadounidense, Alma Guillermoprieto no llegó por vocación al mundo del periodismo sino por casualidad. Cuarenta años después y tras haber publicado sus reportajes en medios tan prestigiosos como "The New Yorker", "The New York Review os Books", "The Washington Post" y "The Guardian", considera que andar por el mundo con un cuaderno haciendo preguntas impertinentes es un inmenso privilegio.

Latinoamerica, sus revoluciones, sus dictaduras, su violencia y sobre todo la gente que sufre los excesos -ella habla de la marginalidad-, han sido su territorio. Algunos de sus reportajes como "Los campesinos salvadoreños describen asesinatos en masa", publicado en "The Washington Post" en enero de 1982, en el que relata la masacre de casi mil civiles -hombres, mujeres y niños- cometida por soldados del ejército de El Salvador en Mozote, son una crónica espeluznante de la violencia y crueldad de las que es capaz la condición humana. Y de la tibieza ciudadana ante ella. Nunca se pasa página ante tal brutalidad, confiesa.

Guillermoprieto, que debe su apellido a su tatarabuelo, el poeta y político mexicano de comienzos del siglo XIX Guillermo Prieto, colaborador de Benito Juárez, cree que hay dos características que definen al buen reportero: una capacidad de curiosidad inagotable y la ética. Y desde la ética, la responsabilidad ante los lectores. No hay que ser propagandista de ninguna causa, por mucho que se simpatice con ella. Ha ejercido la profesión con una gran libertad, en ocasiones peleándose con los editores y, en otras, escuchándoles muy atentamente y siguiendo sus consejos. Ella tuvo uno muy bueno en el "New Yorker", John Bennet.

El periodismo está más vivo que nunca, aunque se haga sin papel y con otras herramientas. Alma Guillermoprieto considera a las redes sociales imprescindibles para cubrir las noticias, pero ella no está en ninguna. Entre tuitear y hacer un pastel, la reportera, que también redacta de cocina, elige el dulce.

No escribe para que mañana el mundo sea mejor sino para que sus reportajes sirvan de base a aquellos poderosos con capacidad de gestión que quieran mejorarlo. Su materia es la palabra y la ética. La vida, para esta "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades, es un accidente.

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