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Sol y sombra

Perlas cultivadas

Luis Enrique se apunta a las frases concluyentes de Brian Clough

Luis Enrique es un caso aparte. Ahora, además, se dedica a engarzar perlas. "Podría haber matado a mis jugadores y estuve maravilloso", dijo refiriéndose a la debacle del primer tiempo en el Villamarín. El seleccionador nacional de fútbol derrocha orgullo de ser como es y presume, al mismo tiempo, de otra cosa con frases como la del otro día tras el choque frente a Inglaterra. Siempre parece, en cualquier caso, una persona encantada de conocerse.

¿Se ha convertido Luis Enrique al camaleonismo? No creo. Aun arriesgándome, diría que sigue siendo el mismo entrenador que nada más desembarcar en Italia quiso prescindir de Totti, el intocable que durante años había encarnado el espíritu de la Roma. Muy pocos se hubieran atrevido. La leyenda giallorosa, pese a todo, tardaría años aún en retirarse después de pasar dos tercios de su vida en el club.

El lunes, lo más probable, es que Luis Enrique, en efecto, se encabronase maravillosamente con sus futbolistas masacrados por tres contras bien dirigidas de los ingleses y, debido a la masacre, decidiera en el último momento perdonarles la vida para que en la segunda mitad tuvieran la remota oportunidad de remontar el partido. En la frase posterior resumió sus instintos asesinos aplacados para curarse en salud y mantener, a la vez, el pacto no escrito de lavar la ropa sucia en casa. "Podría haber matado a mis jugadores y estuve maravilloso" lo habría firmado el arrogante Brian Clough. De Clough, que dirigió al Nottingham en la mejor etapa de su historia, es aquello de "yo no diría que era el mejor entrenador, pero siempre ocupé el primer puesto". O aquello otro de "por conseguir los tres puntos le pegaría un tiro a mi abuela".

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