La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Palomas, ratas y gatos

Como la realidad supera a la ficción con machacona frecuencia, el sucedido que se relata a continuación ocurrió una mañana del pasado verano en una terraza de la calle Corrida, donde un matrimonio joven de turistas desayunaba plácidamente junto a su pequeño de no más de 3 años, que mareaba un cruasán a unos metros de sus progenitores mientras contemplaba, extasiado, a una enorme gaviota que deambulaba entre mesa y mesa. A un descuido del menor, el ave le arrancó de la mano un buen trozo de la golosina, que se llevó en el pico volando, mientras el crío lloraba desconsolado, en parte por el susto, en parte por la pérdida del dulce manjar.

Viene esta mención a cuento tras la propuesta de la Empresa Municipal de Limpieza de perseguir la práctica de alimentar a aves y animales en la vía pública, principalmente palomas y gatos vagabundos. Según los técnicos de Emulsa, quienes obtienen beneficio subsidiario de la afición de algunos ciudadanos de echar comida en la calle son las ratas. Y así, al parecer, estas incómodas vecinas cada vez menos subterráneas se dejan ver con mayor frecuencia y más campantes por el centro de la ciudad. Parece que en Gijón los pájaros disparan a las escopetas, y las ratas devoran el sustento de los gatos.

O sea, que la imagen entrañable de la ancianita que llega a un parque a media tarde con una bolsa llena de migas de pan para las palomas puede pasar a la historia o al imaginario. O puede acabar costándole media pensión de viudedad, si se aplica el rasero del Ayuntamiento de Málaga, que impuso una elevada multa a una mujer por idéntica acción reincidente y que fue denunciada por sus vecinos, a los que las palomas ponían perdidas de excrementos las fachadas.

Compartir el artículo

stats