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Francisco L. Jiménez

El tahúr se levanta de la mesa

Por Pittsburgh (Pensilvania), donde se halla la sede mundial de Alcoa, no pasa el río Misisipi sino que nace el Ohio, pero igualmente parece ser una ribera fértil para las andanzas de tahúres capaces de desplumar a incautos pardillos, como acaba de quedar demostrado con la espantada que la multinacional del aluminio anuncia en España, quedándose, eso sí, a seguir jugando la partida en la mesa donde todavía hay algo que rascar, léase la planta lucense de San Ciprián.

El tahúr o ventajista, en cualquier escenario de la vida, es aquel que sin miramientos procura obtener ventaja en los tratos. El más somero repaso a la historia de Alcoa en España es ilustrativo al respecto. Acudió a la llamada del Instituto Nacional de Industria (INI) en 1998 para comprar por 400 millones de dólares -un "chollo" según señalaron en su día fuentes del sector- la antigua Endasa. En la primera mano de la partida logró un descuento de 200 millones a cuenta de la deuda de la compañía, y en la segunda, un acuerdo eléctrico privilegiado que hipotecó las arcas del Estado hasta 2008 y aun luego, hasta 2013, pues Alcoa se las apañó para obtener una prórroga de las millonarias bonificaciones que percibía para aliviar su factura de la luz.

Incluso cuando Bruselas amonestó a España por las controvertidas inyecciones económicas a empresas como Alcoa, el Estado montó otro instrumento -la llamada subasta de interrumpibilidad- que, sólo en el último lustro, metió unos 1.000 millones de euros en los bolsillos de Alcoa. O sea, la compañía jugó en todo momento con fichas prestadas y apostando sobre seguro. Fue de farol y ahora que empezaba a vérsele el truco, recoge las ganancias y se levanta de la mesa.

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