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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El olfatorio de la playa de San Lorenzo

Las quejas ciudadanas crecen por los malos olores en el arenal señero

Al Observatorio de la playa de San Lorenzo que se inventó la Alcaldesa para otear desde el balcón municipal los vaivenes del arenal más representativo y echarle un par de flores cuando vienen temporales habría que añadirle un nuevo apéndice: un olfatorio, un promontorio cercano desde donde detectar los efluvios de cloaca que emergen de la bahía como mojón maloliente de un tiempo a esta parte.

Se podrá decir lo que se quiera, negar la mayor y echar balones fuera aunque sean de playa, pero cualquier gijonés con un mínimo de olfato se huele que la repetición de sucesos similares no acierta a justificarse con la excusa de la casualidad. Y habrá que estudiar el origen de esos malos olores y de las reiteradas manchas oscuras sobre el agua y poner remedio, si lo hay.

Algo huele a podrido en San Lorenzo y no puede tratarse de episodios puntuales, por mucho que la autoridad municipal se tape la nariz con una pinza, para no oler, y esconda la cabeza bajo tierra, en ejercicio de avestruz, para no ver. Cuando uno no se atreve a mirar no hay observatorios que valgan; como no hay dedo pulgar e índice capaces ya de taponar los orificios nasales de una ciudadanía a la que nadie hace caso, por muchos sarpullidos en la piel a la salida del baño.

Gobernar es también esforzarse en escuchar las quejas razonables de los gijoneses, que en relación con San Lorenzo resultan cada vez más frecuentes, sea por los malos olores, sea por la pérdida de arena, tan evidente. A ver si además de un observatorio y un olfatorio en la playa va a hacer falta también un auditorio.

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