Un equipo científico de la Universidad de Southampton ha hallado en el fondo del mar Negro, mediante sofisticados métodos de búsqueda, un barco mercante griego que naufragó hace casi 2.500 años. Posiblemente se trate de la embarcación intacta más antigua del mundo y es idéntica, dicen, a la nave en la que Ulises y sus remeros atajaron el canto de las sirenas en su periplo de regreso a Ítaca, tras la quema de Troya, tal como el episodio aparece representado en el Jarrón de las Sirenas que se conserva en el Museo Británico.
Se trata de una coincidencia que se conozca este hallazgo al tiempo que rolan vientos cambiantes sobre el sistema educativo español, que vuelve a considerar obligatorio el estudio de Filosofía en los institutos. La foto de portada del libro de texto de esa asignatura en COU era justamente la del jarrón del museo de Londres: Odiseo atado al palo mayor de su pecio para no sucumbir a la ambrosía de la voz almibarada de las mujeres mitológicas de escamas de pez. Casual sí, pero bella metáfora de cómo el pasado a veces emerge intacto.
El paso del mito al logos, de las explicaciones mágicas y arbitrarias a las respuestas lógicas y racionales, marca el inicio de la filosofía en la Antigua Grecia, el búho que ve a oscuras. Los relatos fabulosos de Homero y su manera poética de explicar el mundo quebraron desde la inteligencia de un grupo de pensadores, los presocráticos, que comenzaron a observar y a analizar la naturaleza, intentando descubrir en ella las causas de los acontecimientos.
Si vuelve el estudio de la Filosofía al temario y se reactivan las asignaturas de Latín y Griego, no todo se habrá perdido. Y tal vez pronto los bachilleres empezarán a reconocer que un clásico es mucho más que el Barça-Madrid de este domingo.
