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Vicente Montes

Hacerse la higa

Los escasos mimbres para el consenso más allá del acuerdo presupuestario en la izquierda, inevitable si Podemos no quiere perder credibilidad

Dijo Mercedes Fernández, presidenta del PP, que a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, los asturianos "le importan una higa". La expresión no es la habitual, ya que por lo común las cosas suelen importar un bledo, un pito, un rábano, un pepino, un comino, un carajo, un pimiento, un cuerno e incluso un huevo. La expresión empleada por la presidenta de los populares, que no recoge el diccionario de la Real Academia pero a la que sí refieren otros, tiene su origen en el gesto de desprecio hoy ya en desuso que consistía en mostrar, con el puño cerrado, el dedo pulgar entre el índice y el corazón. Ese gesto acabó convertido en amuleto para espantar el mal de ojo y por higa se conoce, por ejemplo, al colgante de azabache con forma de puño tan habitual en varias culturas y que en Asturias se denomina cigua. Antaño la higa acaso fuese comparable a la peineta actual, al "digitus impudicus", como la denominaban los romanos, y que cuentan ya le dedicó Diógenes a Demóstenes en una ocasión para expresar su desprecio a la pomposa oratoria y la demagogia de este último.

Acierta Mercedes Fernández al sacar el asunto a colación porque lo que queda de legislatura irá de higas, de desprecios: por presencia y por ausencia. Por ejemplo, carece ya de sentido que Podemos y el Gobierno mantengan la sobreactuación.

Resulta paradójico que los morados hayan afeado al Ejecutivo que les haya reprochado su renuencia al acuerdo presupuestario con el PSOE, cuando quedó en evidencia en la última ocasión que el "no" era una mera estrategia de cara a las bases podemistas, ya que los morados aceptaron meses después, en el crédito extraordinario, lo mismo que habían vetado al negarse a respaldar el Presupuesto. Con el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sobre la mesa, pocos argumentos tiene Podemos Asturies para negarse a un acuerdo presupuestario de toda la izquierda, y el propio Iglesias les ha desarmado el principal argumento al considerar que en la gratuidad de las escuelas de hasta tres años bastaba con expresar la voluntad sin amarrar nada. Se le han acabado a los morados los argumentos para seguir haciéndole la higa al Gobierno.

Quedará un claro territorio de confrontación en la izquierda hasta las próximas elecciones: el asturiano. Los socialistas van a frenar a la primera el intento de reforma estatutaria promovido por Podemos e IU para instaurar la cooficialidad del asturiano. Pero a cambio ambas formaciones tienen en su mano, por ejemplo, tratar de arrancar al PSOE mejoras presupuestarias para la defensa de la lengua autóctona si acceden a consensuar las cuentas.

Más allá de que resultaría dañina una vez más la lectura de que la izquierda es incapaz de un acuerdo presupuestario ni siquiera cuando el horizonte se ensombrece para Asturias, pocos márgenes de consenso se vislumbraron ayer. Por ejemplo, las infraestructuras y los previsibles cambios que Fomento establecerá en el proyecto de la Variante para acelerar su apertura serán una pieza clave de confrontación entre derecha e izquierda.

Asuntos como el futuro energético o la financiación autonómica deberían ser, en cambio, cuestiones que trascendiesen los colores. Pero ayer se vio que más allá de hacerse las higas respectivamente poco cabe esperar.

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