La autopista del mar que une los puertos de Gijón y Nantes está cada vez más cerca, si se cumplen las expectativas señaladas en el anuncio de la aprobación por la Unión Europea del proyecto presentado por la naviera Baleària conjuntamente con las autoridades portuarias de El Musel, Nantes y Valencia y la empresa Gas Natural Fenosa, con cargo a los fondos comunitarios del programa CEF, destinados a favorecer el uso del gas natural en el transporte marítimo como combustible no contaminante.

La decisión de Bruselas supone que Baleària, una de las navieras más importantes del país, con notable presencia en el Mediterráneo y propietaria de una importante flota de ferries -a los que en el futuro se unirá el que va a comenzar a construirse en el astillero de Armón en Gijón a finales de año y por el que la factoría asturiana cobrará 90 millones de euros-, recibirá una subvención próxima a los 12 millones de euros para la remodelación de cinco de sus barcos que serán alimentados por motores de gas natural, menos contaminantes que los actuales. Europa condiciona la entrega de esa ayuda económica a que Baleària destine uno de los barcos remotorizados a reabrir la ruta marítima entre Gijón y Nantes, que dejó de funcionar en 2014, después de cuatro años de actividad a cargo de la naviera gala LD Lines. La firma francesa, que recibió cuantiosas subvenciones de España y Francia, cerró la línea alegando falta de rentabilidad, lo que privó a El Musel de una importante ganancia en tráfico de contenedores.

La autopista del mar entre el puerto gijonés y el de Saint Nazaire no sólo resultó beneficiosa para los tráficos de mercancías portuarias, también supuso una importante vía de entrada de turistas por vía marítima procedentes del norte del país vecino. De ahí la doble relevancia de la reapertura de la que fue la primera autopista del mar apadrinada por las instituciones europeas en el interés de sacar de la carretera el tráfico de mercancías, más contaminante, y hacerlo por mar.

Ahora la pelota está en el tejado de la naviera balear, que condiciona la reapertura de la línea a la necesidad de recibir subvenciones para hacerla rentable. Hace unos meses, en una reunión mantenida en Madrid, tanto el Ayuntamiento de Gijón como el Principado y Puertos del Estado consensuaron aportar fondos de las arcas públicas a este proyecto, que es a lo que se agarra Baleària para no hacer un pronunciamiento definitivo en favor de ocuparse del trazado marítimo entre Gijón y Nantes. Sin embargo, la naviera está atrapada en su compromiso: si no destina uno de los barcos remotorizados a la autopista del mar tendrá que devolver la ayuda recién aprobada por Bruselas. De cumplirse las mejores expectativas, el barco que se ocupará de enlazar ambas ciudades podría operar ya a finales del año 2020. Ojalá que así sea.