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"El Principito" se hace mujer

La adaptación que se ha hecho de la novela de Antoine de Saint-Exupéry al lenguaje inclusivo

Si queremos afirmar que el español es un lenguaje machista, no nos van a faltar argumentos. Desde las distintas connotaciones dependiendo del sexo, como lo de cojonudo-bueno y coñazo-malo, al uso del masculino como genérico. Pero si me dicen que la solución es lo del "Bienvenidos y bienvenidas todas y todos" o el marciano "todes vosotres", yo me paso al esperanto. Igual que los cambios sociales provocan que ahora se cuestione el uso de la palabra "mariconez" en una canción de "Mecano" y que se vayan incorporando términos en femenino como bombera, arquitecta, jueza, etc., es previsible que, de forma natural, caminemos hacia un lenguaje más inclusivo asumiendo por ejemplo los genéricos. Sí. Eso de alumnado en vez de alumnos o ciudadanía en vez de ciudadanos.

Hay, sin embargo, quienes no parecen dispuestos a esperar y han lanzado iniciativas tan bienintencionadas como alucinantes. Como la adaptación que se ha hecho de la novela "El Principito" al lenguaje inclusivo bajo el título de "La Principesa". Se mantiene la autoría de Antoine de Saint-Exupéry, que un día de estos se levantará de su tumba, pero en vez de un príncipe hay una principesa de pelo violeta (se ve que lo de princesita no suena suficientemente empoderado). En vez de un aviador, hay una aviadora y, en vez de una rosa, hay un sensible y tierno clavel. Además, para dar una imagen más amable de los animales, en "La Principesa" han sustituido por un volcán a la serpiente que se comía un elefante en el cuento. Y todos contentos.

Esta edición revisada se incluye en "Espejos Literarios", un proyecto editorial que pretende crear una literatura inclusiva cambiando el género, la raza o las orientaciones sexuales de obras clásicas. Además de "El Principito" -pásmense- han sacado a la luz "La Casa de Bernardo Alba", una interpretación de la obra de García Lorca pero en clave homosexual...

No sé. Ando perpleja. ¿No sería más fácil escribir nuevas -e inclusivas- obras y dejar en paz a los clásicos? ¿Se imaginan una Quijota? ¿O un Romeo y Julieto? Señor, qué desazón.

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