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El dubitativo Oviedo de los cambios

En la eterna búsqueda de soluciones de Anquela, le toca incluso a la portería. Ayer jugó Champagne por Alfonso y cuando al técnico se le preguntó por las razones admitió que no tenía muchas. Quizás influye lo sucedido el año pasado, cuando la entrada de Alfonso por Juan Carlos revitalizó al equipo. Un cambio con aire de superstición. Volver sobre los mismos pasos a ver si regresa la suerte. Otro guiño al Oviedo de los cambios.

La entrada en escena de Champagne muestra la incertidumbre de un Oviedo que no sabe por dónde continuar su camino. Anquela insiste en que el equipo debe dominar varios registros, que siempre trabaja en diversos frentes. La sensación, tres meses después de que la temporada echara a andar, es que, sin embargo, el equipo no termina de afinar su propuesta principal, su plan A.

Ayer firmó 45 minutos más que convincentes. El equipo estuvo bien plantado. Era el clásico 5-2-3, pero no era el 5-2-3 de siempre. El mismo sistema, diferente interpretación. El equipo fue profundo, atrevido y supo qué hacer con el balón. Fue directo, nada retórico. Morder, robar y llevar el balón a la banda. Mientras la cosa funcionó, la defensa fue eficaz, Berjón brilló entre líneas, Joselu logró escapar de la vigilancia e Ibra se hizo mayor: de recurso en la segunda parte a actor principal desde el inicio.

A Anquela hay que concederle la valentía en sus decisiones. La meta, darle a Bárcenas la banda, echar a Joselu al costado premiando la buena estrella de Ibra. Y mantener la apuesta por Javi Hernández relegando a Christian al banquillo. Al jienense, siempre pendiente del sentir del vestuario, le suelen costar estas decisiones. Pero esta vez actuó con decisión.

El plan se torció a la primera sacudida. El Mallorca pisó área azul, territorio desconocido, y acertó. Hasta entonces no había olisqueado los dominios del debutante Champagne. No es la primera vez que sucede en las últimas semanas. Cuando el visitante se adentra en la zona de peligro, a los azules les entran sudores fríos, tiemblan, se imaginan el peor final. Parece que hay más de psicológico que de futbolístico. Un lastre demasiado pesado para un equipo al que le cuesta sumar sin sufrir.

Después de tres meses de competición, el Oviedo tiene muchos caminos abiertos: empezó impresionando con el 4-3-3 que quería la pelota, demostró en ocasiones crecer con dos delanteros, se sintió a veces más cómodo cuando cerró por dentro con más gente. El equipo empezó todos esos caminos pero, al primer revés se sale del camino y prueba otra ruta.

Ahora llegan las curvas (Deportivo, Sporting, Las Palmas?) y a Anquela le toca escoger una ruta. Está bien tener recursos y alternativas pero más aún contar con un estilo reconocible. El mismo Anquela reconoció en la previa que no le gustaba tanta variación. El actual Oviedo de los cambios no puede ser eternamente mutable.

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