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Sol y sombra

Un puzle de miserias

Cospedal, tras los pasos de Delgado, dimite aunque no del todo

Cospedal encargó a Villarejo espiar sin darse cuenta de que ella misma estaba siendo espiada. Ahora ha dejado la dirección del Partido Popular tras "mutuo acuerdo" con Pablo Casado. Se aferra, sin embargo, a su escaño de diputada en el Congreso para seguir disponiendo del aforamiento, un privilegio que en este país blinda a la clase política como en ningún otro.

Así todo alguien se preguntará lo siguiente: ¿si ha dimitido la exsecretaria del PP por culpa de las grabaciones de Villarejo qué espera para hacerlo Dolores Delgado, envuelta en la misma sábana corrupta del comisario? Es imposible entender el caso sin asociarlo a una causa efecto. Existe, además, algo que llama poderosamente la atención. Tratándose del Gobierno, puede deducirse el interés de Villarejo en obtener beneficios de los aspectos inconfesables de su pasada relación con la ministra de Justicia. ¿Pero qué ventajas puede sacar en estos momentos de extorsionar a un partido en la oposición salvo las que provengan exclusivamente del empeño de otros en hacerle daño?

La cuarta pata en la que presumiblemente se sostiene este banco es el reciente nombramiento por parte del Gobierno de Soraya Sáenz de Santamaría como miembro del Consejo de Estado, ofrecido por el propio Pedro Sánchez en persona. El puesto, con un suculento sueldo, le soluciona la vida durante cuatro años a la exvicepresidenta, que había perdido por las incompatibilidades de su cargo cualquier esperanza de reintegrarse a la empresa privada. La necesidad del Gobierno de desplazar el ojo público de la ministra y la aversión entre Sáenz de Santamaría y Cospedal ayuda a completar este puzle de miserias.

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