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Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

Cóach, cóachas, couches

La españolización del extranjerismo "coach"

Me quedó en el tintero de mi anterior artículo el profundizar más en la palabra "coach" que tanto oigo. La Real Academia Española registra la palabra "coach" como masculina y femenina. Su género gramatical lo determina el determinante que la preceda, que para eso está: el "coach" o la "coach". Pide la RAE escribirla en cursiva o entre comillas, y la define: "Persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal". La Fundación del Español Urgente no añade mucha más luz: profesional que actúa para desarrollar el potencial de un cliente y conseguir así que alcance unos objetivos concretos. Pero como ya todo quisque tiene un "coach" para el pilates, un "coach" para escribir un libro (ya no se tiene un "negro", so pena de racismo) o un "coach" para hacer calceta, no va a quedar otro remedio que españolizar el término.

Metámonos en el lío. Aplicando la doctrina -oscilante y tan variable- de la RAE al extranjerismo crudo "coach" para incluirlo en su diccionario como voz española admitida, la cosa ofrecería dos posibilidades. Primera posibilidad: Mantener la grafía original pero con pronunciación a la española. Y acentuarla según las reglas del español. Si optamos por ella, escribiríamos cóach: a pelo, sin comillas, ni cursiva. Con tilde, pues sería palabra llana no terminada en -n, -s, ni vocal. Es el caso de crómlech, ya aceptado. Y -perdónenme por usar esos corchetes obligatorios- pronunciaríamos [kóach]. El plural se formaría dejando igual la palabra -los cóach, las cóach- o bien añadiéndole la terminación -es: cóaches. Con tilde, por ser esdrújula. Como en sándwiches, aceptada ya. Y lo pronunciaríamos tal cual está escrito: [kóaches]. Vamos ahora con la segunda posibilidad: Pronunciar como en el idioma original. O sea, también escribiríamos cóach: a pelo, sin comillas, ni cursiva. Sin embargo, pronunciaríamos [kóuch]. El plural se formaría dejando igual la palabra o bien añadiéndole la terminación -es: cóaches. Pero este segundo plural, al que Manuel Seco llama "culto", habría que pronunciarlo [kóuches].

Ahora bien, en esta españolización de "coach" habría que satisfacer las aspiraciones del lenguaje inclusivo o no sexista. En efecto, al hablar de "Mi cóach del gimnasio", no se sabría si nos referimos a una mujer o a un hombre. Lo mismo ocurriría con sus plurales: "Mis cóach del gimnasio" o "Mis cóaches del gimnasio". Así pues, actuaríamos como en los casos de palabras españolas terminadas en consonante: juez y jueza, concejal y concejala? es decir, añadiendo una "a". Usaríamos cóach para el masculino y cóacha para el femenino. Con lo cual, nos quedarían el plural cóaches para el masculino y cóachas para el femenino. Con arreglo a la primera posibilidad de pronunciación ya apuntada, diríamos: "Me gustan mucho más las cóachas que los cóaches de mi gimnasio. Una cóacha es siempre mejor que un cóach". Y con arreglo a la segunda, "Me gustan mucho más las couchas que los couches de mi gimnasio. Una coucha es siempre mejor que un cóach", desapareciendo algunas tildes al pasar palabras esdrújulas a llanas o graves.

Agradezco a quien esto leyere el esfuerzo de haberme seguido el hilo en los dos párrafos anteriores. Sudé lo mío para tratar de ser claro. Ahora, imagínese llevar al aula todas estas normas, posibilidades y sus excepciones inclusivas no sexistas. Llevarlas a un alumnado al que se debe enseñar el uso correcto del español y al que, en gran parte, se le dan una higa la RAE, los diccionarios, la gramática y la clase de Lengua. Un alumnado altamente digitalizado que se saltará a la torera tanta movida lingüística mientras ejercita sus pulgares en el "guasap". ¿Cuál es, entonces, la solución que propongo? Ahí va: no españolizar "coach" por ser palabra absolutamente innecesaria en nuestro idioma. Usar, en cambio, las que ya tenemos: entrenador, al hablar de deportes. Mentor, consejero, guía, instructor, educador, tutor, maestro, monitor, inspirador, consultor, corrector de estilo... para otras actividades. Y tan ricamente viviríamos.

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