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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

José Alberto no puede ser

José Alberto, el técnico del filial, no puede ser el entrenador que sustituya a Baraja, al que Torrecilla echó ayer al cuello un inesperado salvavidas y no una soga, como estaba previsto. Tal vez porque firmando el finiquito del míster comenzaba a rubricar, ya sin red, el suyo propio. Fue el director deportivo quien asumió la responsabilidad de otorgarle al vallisoletano un cargo que le empieza a venir grande. Aunque lo intenta, que no hay que dudar de su profesionalidad, Baraja no encuentra soluciones ni cuando va con los de la feria ni cuando viene con los del mercado.

Pese a que la afición se manifiesta en las redes sociales rotundamente a favor del joven entrenador de la casa, imagínense que a José Alberto le da por alinear a los chavales de Mareo y a dejar en la grada o en el diván a los fichajes de Torrecilla, ninguno de los cuales, a estas alturas, ha justificado la conveniencia de su contratación. Imagínense que le sale bien la apuesta impensable, como le ocurrió a Abelardo en la temporada del último ascenso, con una cuadrilla aguerrida de guajes, y que saca al Sporting de las arenas movedizas. Esa solución de emergencia debe resultar intolerable para el director deportivo, pues supondría certificar el fracaso mayúsculo de su gestión. O sea, que José Alberto, majete, de ésta no te ascienden por muchos méritos que hayas contraído gestionando el crecimiento de la chavalería. Más que Solari en el Castilla, y ahí lo ves, esta tarde con traje de Champions.

Bien parece que el banquillo del Sporting se ha convertido en un potro de torturas o en una silla eléctrica de la que uno sale con olor a chamusquina. O es un banquillo gafe: sólo hay que ver cómo le va ahora a Rubi. O al Pitu.

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