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La edad del aluminio

Las pancartas vuelven a la calle para luchar por un objetivo común

Por mucho que digan la crisis aún azota. Tiempos terribles para los más jóvenes, aunque los más viejos recuerden otros peores: el "tiempo la fame" de los fríos años cuarenta. El del estraperlo, el pan negro y los alquileres por las nubes. Ésas nubes que se dejaban ver por los huecos de algunos tejados, heridos aún por las bombas. En ese tiempo tan negro la esperanza remontó la ría y se quedó a vivir en Avilés.

La Historia se organiza en edades, antes y después de la escritura. La historia industrial de Avilés se organiza antes y después del Instituto Nacional de Industria (I.N.I.). Enorme estructura que dedicó sus esfuerzos a curar la anemia de la industria española nacionalizando la producción. Su hija más lustrosa se llamó Ensidesa, pero la primogénita fue Endasa, nacida en 1947.

Con ella Avilés entraba en la edad del aluminio y Asturias conocía su primera empresa pública. La planta acabó cruzando la ría para sentar nuevos cimientos en aquel Avilés industrial que parecía inacabable. Pasaban los felices sesenta y la empresa tenía posibles para esto y para mucho más: ofrecía economato y hasta dedicaba 5.000 pesetas al sostenimiento de la Escuela de Artes y Oficios al cumplir 95 otoños.

En los ochenta la cosa cambió. Tras la crisis planetaria Endasa mudó nombre para ser Inespal en 1986. Once años más tarde era vendida por el Estado, envuelta en el celofán de saldos y ventajas económicas sin cuento, a la multinacional norteamericana Alcoa. Historia conocida. Cuando se acabaron las ventajas y empezó una nueva crisis el propietario, desde muy lejos, amenazó con un cierre que ha llegado ya.

Las pancartas han vuelto a la calle, avanzan empujadas por miles de pies que las llevan como pasos de Semana Santa. Avilés celebra un Vía Crucis demasiado conocido. Para lo bueno y para lo malo "Alcoa no se cierra" subirá a los altares de la lucha hasta el lugar donde se encuentra "Salvar Ensidesa es salvar Asturias".

Como hace setenta años, se busca esperanza. La que le falta a cuatrocientas familias que pelean con bravura por lo que es suyo. Y se necesita resistencia. Energía sin interrumpibilidad para demostrar que el aluminio está en su mejor edad, ésa que tiene que acabar venciendo a la edad del pavo de los propietarios de Alcoa, que ni comen ni dejan comer.

Avilés tiene una ocasión, triste pero única, para luchar por un objetivo común. La juventud perdida debe retornar para que todos defiendan lo que es de todos.

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