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Matías Vallés

Para mí que Trump está ganando

Ningún gobernante ha sufrido un castigo planetario semejante a las maniobras de destrucción contra Donald Trump. Supera ampliamente a Kim Jong Un entre los contemporáneos, y desborda también a Hitler en el departamento de odios globales. Cada día de su presidencia se ha publicado un motivo para que dimitiera, a veces se amontonaban dos y tres escándalos diarios. La demolición del personaje es merecida, pero se olvida que también provocada por el presidente de Estados Unidos. Fue propulsado a la Casa Blanca por el combustible que debía carbonizarlo, y atiza la hoguera en su contra para mantener en vilo a su base de votantes.

El martes no se celebraron las elecciones parlamentarias de mitad de mandato, sino un referéndum en torno a Trump. Visto el tsunami que esta convocatoria había ocasionado entre sus predecesores, la pérdida del Congreso y el mantenimiento del Senado son reveses asumibles. Incluso me atrevería a hablar de una modesta victoria, dada la potencia de fuego de la artillería enemiga. Al presidente loco solo lo derrotará un ser humano, y los Demócratas siguen estancados en Bernie Sanders (77), Joe Biden (75) o Elizabeth Warren (69).

Para mí que Trump está ganando, aunque lo diremos en voz baja para no compartir los golpes que se lleva. Los lectores simultáneos del New York Times y el Trump Tweets advertimos que el diario neoyorquino se ha estrellado por primera vez contra la evidencia de que su archienemigo puede ser reelegido, al igual que sus tres predecesores. ¿Quién votaría a Kim Jong Un o a Hitler? El mundo entero lleva dos años subestimando a un monstruo de la comunicación, que con su tuit "soy mágico" desarbola a varias toneladas de sesudos analistas. La movilización de todos contra Trump ha fracasado. Consiguió sesenta millones de votos de carne y hueso, no le son más infieles que a los gobernantes de impecable pedigrí.

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