El "partidazo" de la próxima jornada de Liga se juega en Asturias. Oviedo y Sporting vuelven a estar en el foco del interés futbolístico del país. El parón en la Primera debido a los compromisos de la selección propicia que el derbi del Tartiere haya sido elegido como el choque de referencia de todos los que se disputan en las competiciones de categoría nacional, con horario estelar y máxima expectación más allá de los límites de nuestra región. A la garra y pasión que siempre rodea un encuentro de rivalidad se añade esta vez, como novedad, la ocasión de reverdecer la gloria de duelos de tiempos pasados no tan lejanos y de que ambos clubes se reivindiquen ante toda España como lo que son: dos equipos de Primera.

La historia reciente demuestra que a Sporting y Oviedo nunca les fueron las cosas mejor que compitiendo juntos y en la cumbre. Esa competencia estimulante de la década de los 90 del pasado siglo permitió progresar a ambas entidades y las convirtió en ambiciosas. Por añadidura, al crecer, también les posibilitó codearse con la flor y nata nacional y europea. De los recuerdos no puede vivirse eternamente, pero sí conviene refrescarlos para desentrañar las razones de aquellas gestas y reeditarlas.

Azules y rojiblancos demostraron entonces que no existe de antemano límite alguno. Para acertar no hace falta rebuscar la piedra filosofal por el mundo. La clave consiste en combinar con un liderazgo adecuado una buena dosis de talento local y unos cuantos referentes que aporten valor añadido. Nadie transmite tanta alma a un grupo como los profesionales formados en la casa, ésos que comprenden en su profundidad el significado del sportinguismo y el oviedismo porque lo aprendieron desde pequeños.

De esa pugna en cabeza surgieron generaciones enteras de deportistas de enorme calidad que aún hoy siguen transmitiendo su experiencia y su conocimiento como técnicos y dirigentes. El fútbol asturiano brilló como nunca, acuñó imagen de marca y exportó numerosos jugadores. La lista de destinos incluye al Madrid y al Barcelona, ejemplos de exigencia suprema.

El logro no fue cosa exclusivamente del Oviedo y del Sporting. Detrás existía, como existe ahora, una tupida red compitiendo en Tercera, Regional o Preferente, con abnegados directivos y entrenadores tenaces moviendo a miles de jóvenes cada sábado y cada domingo para que aflore la excelencia. Ellos, todos, son la cantera.

El derbi, que tendrá desde hoy en LA NUEVA ESPAÑA una cobertura diaria especial, tanto en papel como en la versión digital, no es cualquier partido de fútbol, pero no es más que un partido de fútbol. Tras un año juntos en el torneo de plata, los cara a cara perdieron el morbo del reencuentro. Conviene restarle dramatismo al choque porque, aunque dará para hablar durante el resto del año y alimentará la llama de la piquilla, el resultado tiene a la larga una incidencia relativa en la clasificación y deja menos heridas de las temidas a priori. El que gana y el que pierde pueden salir en realidad relanzados: el triunfador, porque si cualquier victoria convencional ya posee valores terapéuticos, ésta la supera en refuerzos positivos; el perdedor, porque querrá redimirse rápido, como ya ocurrió en tantas ocasiones, sin ir más lejos la última temporada.

Los principales equipos asturianos llevan volando bajo desde el inicio de esta durísima campaña. Les cuesta estabilizarse en un campeonato que de Segunda tiene únicamente el nombre, porque por nivel y palmarés de los participantes estamos ante otra auténtica Primera. Los entrenadores, como responsables últimos sobre el césped de los proyectos, llegan a este test de altura envueltos en dudas por el irregular comportamiento de sus pupilos. Puede que los noventa minutos los marquen, o que incluso alguno caiga antes de disputarlos. El dios del balón es caprichoso. No respeta ni la veteranía, ni los conocimientos, ni los laureles pasados. Está reñido con la paciencia y sólo autoriza que se conjuguen sus acciones en presente, al instante, en función del resultado.

Que ganen los dos en la noche del sábado no va a ser posible. Pero, a la larga, eso desea la mayoría de los asturianos. Porque no cuenta un partido concreto, cuenta una Liga. Sporting y Oviedo han enderezado el rumbo económico tras lustros de sufrimiento. Han ampliado su raíz social apostando por nuevas ideas acordes con la sensibilidad de los tiempos actuales. Como esos equipos de fútbol genuino para personas con discapacidad intelectual que acaban de constituir y este mismo fin de semana debutan. O como esas plantillas femeninas en auge, lanzadas hacia la élite.

Conseguida la tranquilidad en los despachos que ayuda al buen funcionamiento, toca centrarse exclusivamente en lo deportivo para obtener de una vez los ansiados ascensos que moralmente les deben a sus respectivas aficiones. Ésas que nunca les dejan tirados. Las que siempre, ocurra lo que ocurra, dan la cara y saben estar a la altura.