"De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación". Jorge Luis Borges
Enseguida sabrán a quiénes me refiero. En la exposición "Que nos quiten lo leído" podemos ver los retratos de cada uno y cada una de ellos. Están allí expuestos a las miradas de quienes deseen verlos. Insistimos en mostrarlos así por ser los culpables de trastocar nuestras vidas. ¿Cómo hemos conseguido sus fotos? La mayoría las hemos robado. Sí, sí, han leído bien: robado, sustraído, afanado, birlado, hurtado, llámenlo como quieran; y algunas costó mucho encontrarlas. ¿Por qué lo hemos hecho? Para que se vieran bien sus caras, para que se viera bien quiénes son los causantes de habernos provocado ese extraño estado de turbación, desasosiego y obnubilación que nos ha dejado tocados. Digámoslo con más contundencia: quienes aparecen en estas fotografías son los culpables, sin atenuantes, de habernos sacado de nosotros mismos, de habernos trasladado a lugares imposibles, de habernos metido en increíbles enredos. Y lo peor es que sabemos, como dice la investigadora Maryanne Wolf, que tras esa conmoción que nos han causado "nunca regresaremos a nosotros mismos completamente iguales".
Vayan a verlos y a observarlos con detenimiento. Comprobarán que son muy diferentes. Les parecerá que nada los vincula entre sí, pero, por favor, no se dejen engañar por el disfraz de la apariencia. Ellos y ellas poseen algo que no se ve, pero que es su denominador común. Y ese denominador común, ese hilo invisible que no se ve y que los une es que todos son escritores y escritoras.
Sí, son los que escribieron los libros que se muestran en las vitrinas de la exposición "Que nos quiten lo leído" como prueba irrefutable de su delito.
Sabemos que no están todos, que hay más. Pero no tuvimos más remedio que escoger. Elegir supone, demasiadas veces, equivocarse. Nosotros, para equivocarnos menos, consultamos a cuantos podían tener relación con ellos: editoriales, expertos en ficciones, bibliotecarias, detectives de lo imposible, vendedores de humo, sospechosos de pensar por su cuenta, soñadores diversos?
Aunque lo primero que hicimos Ana L. Chicano y yo al decidir emprender la aventura de realizar esta selección, fue mirarnos a nosotros mismos en el espejo y prometernos con total seriedad: "Vale, lo hacemos con la firme determinación de que nuestros prejuicios no guíen nuestros juicios". Y el espejo es testigo de que pusimos nuestra mejor voluntad en ser fieles a esa promesa.
Entre todos los consultados, tenemos que resaltar la inestimable ayuda que recibimos del filólogo, maestro y, sobre todo, lector Severino Antuña González que coordina, desde El Entrego, lo que ya podemos denominar Observatorio Internacional de Literatura Infantil y Juvenil en Llingua Asturiana.
Con las aportaciones de unos y otros llegamos a consensuar una lista de 56 escritores y escritoras. Debemos confesar, eso sí, que ha habido algo que nos negamos a hacer a pesar de que nos insistieron en ello: no hicimos ninguna distinción entre quienes escriben en lengua castellana y los que escriben en llingua asturiana; muy al contrario, los hemos puesto juntos, bien juntos, pues todos hacen lo mismo: literatura.
De una cosa estamos seguros: estas y estos creadores de mundos imaginarios son muy peligrosos. Y son muy peligrosos porque sus víctimas -ellos los llaman sus destinatarios o público- son los ciudadanos mas influenciables y más tiernos, esos a los que se les cataloga con los rótulos de infancia y adolescencia. Hay quienes, con crecida osadía, se atreven a afirmar que la buena literatura no tiene edad. Incluso circula la extraña definición de que "la buena literatura infantil es aquella que también pueden leer los niños".
Bien, pues en la exposición se muestran, como ya se subrayó, a los causantes de tanta desmesura y, además a sus libros, esto es, las pruebas innegables de sus fechorías.
Por favor, si van a verlos, tengan cuidado. Contémplenlos con precaución, aprensión y prevención, tanto a ellos como a sus obras.
-----------------------
La exposición "Que nos quiten lo leído", 30 años de Literatura Infantil y Juvenil en Asturias, puede visitarse en la Biblioteca Pública "Jovellanos" de Gijón, hasta el día 18 de noviembre. Y en la Biblioteca de Asturias "Ramón Pérez de Ayala" de Oviedo, a partir del día 21 de noviembre.
